Simón de Cirene | Semana Santa 2023

Día 4: Simón de Cirene

Alex Jones

Lea Lucas 23:26

“Cuando se lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús”.

Devocional

La vida está llena de interrupciones. Diariamente nos enfrentamos a decisiones, situaciones y circunstancias que no esperamos. Todos podemos relacionarnos con sentirnos nerviosos o desanimados cuando nuestra vida no transcurre según lo planeado. Como cristianos, a lo largo de las Escrituras se nos recuerda que no tenemos el control: podemos planificar nuestro camino, pero Dios establece nuestros pasos. Aunque la biblia es clara en cuanto a que debemos esperar lo inesperado, a veces nos encontramos reacios a los caminos de Dios. A menudo olvidamos que nuestro Dios Todopoderoso está en el trono dirigiendo intencionalmente nuestro camino. Dios puede usar incluso lo aparentemente mundano para cambiar nuestras vidas. Este fue precisamente el caso de un hombre llamado Simón de Cirene.

 En su viaje a Jerusalén para la Pascua, Simón fue interrumpido por soldados romanos que lo agarraron y le ordenaron que llevara la cruz de Jesús. Esta carga abrupta colocada sobre Simón seguramente fue frustrante e inconveniente, pero finalmente lo llevó a un encuentro íntimo con Jesús. Cuando Simón tomó la cruz manchada de sangre, experimentó la presencia del Hijo de Dios. Escuchó las palabras que Jesús dijo a la multitud que lo seguía. Experimentó la humildad de Jesús cuando se entregó a la voluntad de Dios. Lo más importante, se nos dice que Simón siguió a Jesús. Simón fue el primero en vivir el llamado a “tomar su cruz” y seguir a Cristo (Mateo 16:24-26). Simón se alejó de su encuentro con Jesús conociéndolo más profundamente y siguiéndolo más de cerca.

 El encuentro de Simón condujo a una intimidad más profunda con su Creador. De la misma manera, cuando nos enfrentamos a interrupciones inesperadas, también podemos estar a un momento de conocer a Dios más profundamente. Sus caminos no son nuestros caminos, y Sus pensamientos son más altos que los nuestros. El mismo Dios que ordenó los pasos de Simón sigue yendo delante de cada uno de nosotros. No importa la dificultad o la carga que se nos imponga, Jesús promete que Su yugo es fácil y Su carga es liviana. Entonces, en medio de su próxima interrupción frustrante, busque comprender cómo Dios puede estar obrando en usted. Puede que no podamos controlar nuestras circunstancias, pero podemos controlar nuestra respuesta a dicha circunstancia.

Preguntas

1. Cuando se siente interrumpido o incomodado, ¿Cuál es su respuesta natural? ¿Qué pasos puede dar para confiar en Dios en esos momentos?

2. ¿Cómo está siguiendo a Jesús diariamente?

3. ¿Qué áreas de su vida le impiden seguirlo plenamente?

Oración

Señor, oro para que mis encuentros contigo me lleven a una relación más íntima y personal contigo. Ayúdame a buscarte a pesar de mis cargas. Mientras me niego a mí mismo y te sigo, confiaré y creeré que tu camino es perfecto para mí. Que me acerque a ti como tú te acercas a mí. Llévame a parecerme más a ti. En el nombre de Jesús, Amén.

Judas Iscariote | Semana Santa 2023

Día 3: Judas Iscariote

Shauna Wallace

Lea Mateo 26:46-56

46 ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!” 47 Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Lo acompañaba una gran turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 El traidor les había dado esta contraseña: «Al que le dé un beso, ese es; arréstenlo». 49 En seguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó. —¡Rabí! —le dijo, y lo besó. 50 —Amigo —le replicó Jesús—, ¿a qué vienes? Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús. 51 En eso, uno de los que estaban con él extendió la mano, sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja. 52 —Guarda tu espada —le dijo Jesús—, porque los que a hierro matan, a hierro mueren. 53 ¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles? 54 Pero, entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder? 55 Y de inmediato dijo a la turba: —¿Acaso soy un bandido, para que vengan con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el templo, y no me prendieron. 56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

Devocional

Judas me hace sentir incómodo. Quiero pensar que la atrocidad que hizo fue debido a una ceguera, porque ¿cómo un discípulo, uno de los doce, un amigo que se sentó a la mesa con Jesús y administró el dinero del ministerio, es recordado como el traidor de Jesús?

Durante tres años, caminó con Jesús y vio muchas de las cosas que hizo. Cuando él y la corte armada de enemigos religiosos se acercaron a Jesús en el Jardín, un lugar que Judas conocía, “porque Jesús se reunía allí a menudo con sus discípulos” (Juan 18:2), saludó a Jesús como rabino y luego plantó el beso de muerte en el rostro de Jesús. Fue la señal que selló el trato que ya había hecho con el diablo (ver Juan 13:2 y 27), y mostró la verdad acerca de él.

 Eso es lo que hacen las traiciones. Revelan la verdad, y se inician mucho antes de los actos que las dan a conocer. Comienzan con lo que cautiva nuestro corazón.

Judas pudo haber parecido un seguidor de Jesús, pero era un ladrón indignado que no se preocupaba por los pobres (ver Mateo 22:8 y Juan 12:4-6). Metió la mano en la bolsa de dinero mucho antes de meterla en el plato con Jesús durante la Última Cena, de esta manera Jesús lo identificó como “Mi traidor” (Mateo 26:46). Judas, hombre que temía y amaba el dinero, afectos que podemos considerar relativamente inofensivos, junto con los nuestros. Pero aquí hay otra verdad: los afectos aparentemente inofensivos eventualmente conducen a dolorosas traiciones.

Tal vez tu lucha no es con el amor al dinero. Tal vez eres honesto y te preocupas por los pobres. Independientemente de lo que pueda dividir nuestra lealtad a Jesús, todos podemos aprender de Judas y de las palabras aleccionadoras de Jesús a sus discípulos después de la Cena del Señor, justo antes de la escena del Jardín: “Todos ustedes se apartarán de mí esta noche. Por eso está escrito: “Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño” (Mateo 26:31).

Todos se apartan y se extravían por su propio camino (ver Isaías 53:6).

 Ellos lo hicieron.

 Nosotros lo hacemos.

Cuando Judas llamó a Jesús, “Rabí” (o maestro), omitió “Señor”. El beso de Judas fue la evidencia externa de su lealtad interna hacia otro “maestro”. Jesús puede ser muchas cosas para nosotros. Si es Señor, quiere y merece ser nuestra única adoración. Señor en todo y sobre todo.

Preguntas

¿Es Jesús tu Señor y amo? ¿Es Él el Señor de todos los deseos de tu corazón?

¿Qué afectos triunfan sobre tu lealtad a Cristo, incluso en formas que el diablo quiere que consideres inofensivas?

Por el poder del Espíritu Santo, ¿cuál es una forma en la que hoy podrías entregar uno de tus afectos divididos a Jesús?

Oración

Señor, perdóname porque muchas veces he actuado como Judas. Cuando mis afectos le prometen lealtad al mundo y me aparto de ti, te estoy traicionando. Perdóname. Señor, mi corazón es “engañoso más que todas las cosas, y perverso en extremo” (Jeremías 17:9). Por favor, perdóname por la maldad de mi propio corazón y acepta las palabras de David en el Salmo 19:12-13 como el clamor de mi corazón hoy:

 “¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis pecados. Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.”

Gracias Señor Jesús por salvarme, por redimirme y por iniciar una nueva obra en mí. Todo esto lo oro en tu nombre, sabiendo que me escuchas y que me responderás. Amén.

Jesús en el Jardín | Semana Santa 2023

Día 2: Jesús en el Jardín

Durrell Comedy

Lea Mateo 26:36-46

36 Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: “Siéntense aquí mientras voy más allá a orar”. 37 Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse triste y angustiado. 38 “Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo”. 39 Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: “Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú”. 40 Luego volvió adonde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. “¿No pudieron mantenerse despiertos conmigo ni una hora? —le dijo a Pedro—. 41 Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo[b] es débil”. 42 Por segunda vez se retiró y oró: “Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad”. 43 Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les cerraban los ojos de sueño. 44 Así que los dejó y se retiró a orar por tercera vez, diciendo lo mismo. 45 Volvió de nuevo a los discípulos y les dijo: “¿Siguen durmiendo y descansando? Miren, se acerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!”

Devocional

Sé que no soy la única persona a la que no le gusta sentirse vulnerable. A muchos de nosotros nos resulta difícil mostrar nuestra vulnerabilidad, incluso cuando estamos rodeados de amigos y familiares, quienes nos conocen mejor. La verdad es que tengo un miedo constante de que todos (incluida mi esposa) me vean frágil y temeroso. Me gusta que vean que tengo todo “bajo control” y que nada hará que me descontrole. Pero seamos realistas, ¿qué tan sostenible es esta mentalidad? Si no expresamos nuestros miedos, preocupaciones y ansiedades a alguien, es solo cuestión de tiempo antes de que esos problemas nos controlen. En la lectura de hoy, podemos caminar junto a Cristo durante uno de los momentos más difíciles de su vida, donde él también luchó para que ni sus propios discípulos conocieran la pesadumbre que había en su corazón.

Después de que Jesús y Sus discípulos tuvieron juntos “la Última Cena” en el aposento alto, caminaron hacia el lugar llamado Getsemaní para orar y buscar al Padre. Jesús tomó aparte a Santiago, Juan y Pedro y comenzó a expresar la profundidad de la angustia emocional que estaba experimentando. Los animó a velar y orar con él. Qué hermosa imagen de comunidad y que gran recordatorio para nosotros de que si Jesús, siendo el Salvador, necesitaba las oraciones y el apoyo de los demás durante las temporadas difíciles, nosotros aún más. Pero Cristo no solo compartió con sus discípulos escogidos. Continuó esta confesión con Su Padre, suplicando por otro camino para caminar u otra copa para beber. Sin embargo, su pedido fue inmediatamente ligado a la sumisión con las famosas palabras: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (v. 39). Con esta oración, Cristo nos modela que podemos pedirle cualquier cosa a nuestro Padre, pero que tenemos que saber que Su respuesta podría ser un “no”, y comprometernos instantáneamente a obedecerle a Él y a seguir Su plan.

Después de que Jesús regresó de estar solo y encontró a sus amigos durmiendo en lugar de orar, se aisló nuevamente y oró exactamente la misma oración a Dios dos veces más.

Ir repetidamente a Dios en oración nos muestra dos cosas:

· La oración es un arma para combatir la tentación (ver Santiago 5:16)

· Muestra nuestra necesidad constante de entregar nuestras cargas a Dios (ver Mateo 11:28-29).

Preguntas

1. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste completamente transparente con el Señor en oración, permitiendo que tus emociones ayudaran a comunicar una preocupación profunda en tu vida?

2. ¿Has encontrado a otras personas con las que puedes ser igual de vulnerable y en las que puedes confiar regularmente?

3. ¿En qué momento de tu vida fuiste obediente a Dios sin importar tus sentimientos o circunstancias?

Oración

Querido Señor, estoy agradecido por el ejemplo de nuestro Salvador Jesús, quien demostró obediencia hasta la muerte. ¡Por esa muerte y resurrección, tengo vida nueva y abundante en Ti! Ahora, ayúdame a vivir con una postura de obediencia inmediata a Tu voluntad y plan para mi vida. Incluso cuando me encuentre en la lucha y el dolor de la entrega, recuérdame que del otro lado de la obediencia está la alegría y la paz. Ruego poder correr constantemente hacia Ti con cada una de mis preocupaciones, sabiendo que Tú me cuidas. Rodéame de aquellas personas que me brindan consuelo y me desafían a permanecer en Tus caminos y en Tu verdad. Dios, quiero siempre demostrarte mi amor, no solo con mis palabras y emociones, sino con las decisiones que tomo. En el nombre de Jesús, Amén.

La multitud | Semana Santa 2023

Día 1: La multitud

Dr. Jarrett Stephens

Lea Mateo 21:1-11

21 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagué, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos 2 con este encargo: “Vayan a la aldea que tienen enfrente, y ahí mismo encontrarán una burra atada, y un burrito con ella. Desátenlos y tráiganmelos. 3 Si alguien les dice algo, respóndanle que el Señor los necesita, pero que ya los devolverá”. 4 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta: 5 “Digan a la hija de Sión: ‘Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga’”. 6 Los discípulos fueron e hicieron como les había mandado Jesús. 7 Llevaron la burra y el burrito, y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús. 8 Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. 9 Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba: —¡Hosanna al Hijo de David! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Hosanna en las alturas! 10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. —¿Quién es este? —preguntaban. 11 —Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.

Devocional

El marco de este pasaje es la Pascua. En tan solo cinco días, Jesús estaría ofreciendo Su vida por los pecados del mundo. Podemos imaginar lo llena que estaba la ciudad de Jerusalén, saturada de peregrinos que habían viajado de todas partes para celebrar la liberación que Dios había dado a Su pueblo, después de tantos años de esclavitud en Egipto.

El ministerio de Jesús está en su clímax. Él es conocido por Su predicación y realización de milagros, uno de los últimos fue resucitar a un hombre llamado Lázaro de entre los muertos. Jesús ya no es un secreto para las autoridades que quieren matarlo, o en este caso, las multitudes que quieren coronarlo. El día que Jesús entra en Jerusalén, Él está cumpliendo una profecía que había sido dada por Zacarías 500 años antes. La profecía hablaba de la llegada del rey de Israel que entraría humildemente a Jerusalén montado en un burro (Zacarías 9:9).

 La ironía es difícil de pasar por alto. Un rey debería estar montado en un caballo, no en un burro. Un rey debe venir con poder, no de manera moderada y humilde. En esto, vemos que Jesús es un rey diferente. No es en absoluto lo que la gente esperaba.

 Aun así, iban “delante de él”, poniendo ramas de palma delante de Él, gritando: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 21:9).

 La palabra “Hosanna” significa “salva ahora” o “por favor, sálvanos”. Las multitudes repetían un salmo (118:25-26) que creían que se estaba cumpliendo ante sus propios ojos. Lo significativo del texto que estamos viendo hoy no es tanto la respuesta de la multitud a Jesús, sino la respuesta de Jesús a la multitud: Él recibió su veneración y adoración.

Preguntas

1. A veces Dios no opera de una manera que entendamos. ¿Estás confiando en el Señor en las circunstancias de la vida, incluso cuando nada parece tener sentido?

2. ¿Por qué crees que era tan fácil para los fariseos frustrarse con Jesús?

3. Piense y enumere de tres a cinco razones por las que Jesús es digno de su adoración.

Oración

“Padre, ayúdame a adorarte como mereces ser adorado. Eres digno, y alabo tu nombre. Gracias por ir a Jerusalén ese día sabiendo perfectamente lo que te esperaba. Gracias por dar tu vida por mis pecados y resucitar para darme victoria y esperanza en la vida y en la muerte. Que en cada instante de mi vida yo sea como las multitudes ese día de Pascua dándote toda la gloria y adoración solamente a ti. Amén.”

Jesús Esencial: Día 100

Gracias por acompañarnos en este viaje de 100 días a través de la Biblia. ¡Lo lograste!

La lectura de hoy es la última de este plan. Por ahora, haremos una pausa en los correos electrónicos diarios de CFBC, pero le animamos a continuar con un plan que le ayude a seguir leyendo diariamente la Palabra del Señor. Si comenzamos un nuevo plan en el futuro, le notificaremos por correo electrónico. Dios continúe bendiciendo su vida.

Jucas 9:18-25

La confesión de Pedro
(Mt. 16.13-20; Mr. 8.27-30)

18 Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? 19 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. 20 Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios.

Jesús anuncia su muerte
(Mt. 16.21-28; Mr. 8.31—9.1)

21 Pero él les mandó que a nadie dijesen esto, encargándoselo rigurosamente, 22 y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.

23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará. 25 Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? 26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles. 27 Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Jesús Esencial: Día 99

Gracias por acompañarnos en este viaje de 100 días a través de la Biblia. ¡Estamos llegando a la línea final!

Una vez que terminemos el día 100, estaremos haciendo una pausa en los correos electrónicos con devocionales diarios de CFBC. Le recomendamos que continúe buscando diariamente al Señor en oración y en la lectura de Su Palabra. Si comenzamos en el futuro un nuevo plan de lectura de la biblia, se le notificará por correo electrónico. Dios le bendiga grandemente.

Hechos 9:1-19

Conversión de Saulo
(Hch. 22.6-16; 26.12-18)

Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.

10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. 15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19 Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Jesús Esencial: Día 98

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Juan 4:1-42

Jesús y la mujer samaritana

Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea. Y le era necesario pasar por Samaria. Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.

Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. 10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.

16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32 Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. 36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. 37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.

39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. 40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Jesús Esencial: Día 97

Juan 3:1-21

Jesús y Nicodemo

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

De tal manera amó Dios al mundo

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Jesús Esencial: Día 96

Mateo 19:16-30

El joven rico
(Mr. 10.17-31; Lc. 18.18-30)

16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 25 Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 26 Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible. 27 Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? 28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Jesús Esencial: Día 95

Apocalipsis 21 y 22

Cielo nuevo y tierra nueva

21 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

La nueva Jerusalén

Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. 12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; 13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. 14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. 17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. 18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; 19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.

22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. 25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. 26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. 27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

22 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

La venida de Cristo está cerca

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.

10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. 11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.

12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. 13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.

14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.

16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.

17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. 21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.