Día Seis | El Libro de Hechos

Devocional por Alex Jones

Hechos 6

Elección de siete diáconos

En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.

Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.

Arresto de Esteban

Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. 10 Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. 11 Entonces sobornaron a unos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios. 12 Y soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y arremetiendo, le arrebataron, y le trajeron al concilio. 13 Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley; 14 pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés. 15 Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.orgunitedbiblesocieties.orgvivelabiblia.comunitedbiblesocieties.org/es/casa/www.rvr60.bible

Champion Forest existe para fortalecer la Iglesia. Fortalecer el cuerpo de Cristo fue el objetivo principal en el capítulo seis de Hechos. Los líderes de la iglesia primitiva resolvieron una situación de responsabilidades de servicio designando a siete hombres con características específicas para que se concentraran en amar y cuidar a las personas necesitadas. Uno de los hombres llamados a esta tarea fue Esteban.

Esteban era un hombre que amaba la iglesia de Dios y estaba dispuesto a servir de cualquier forma posible. Mientras servía fielmente a Dios y a su pueblo, Esteban enfrentó innumerables obstáculos, frustraciones e incluso persecución. La devoción de Esteban a Dios y Su iglesia lo llevó a ser nuestro primer mártir cristiano. Pero la historia de este capítulo no termina con una derrota sino más bien con una poderosa descripción del siervo de Dios: “su rostro se parecía al de un ángel.” (v.15b)

Esta descripción del rostro de Esteban me lleva a una aplicación sencilla. Mientras servimos a Dios y a Su pueblo, podemos esperar enfrentar obstáculos, frustraciones e incluso persecución. Pero el rostro de Dios siempre brilla en quienes le sirven de todo corazón a Él y a Su pueblo. Que, en nuestra búsqueda por fortalecer la Iglesia, nuestra devoción a Dios sea incomparable. Que nuestras preferencias sean secundarias y nuestro deseo de parecernos a Jesús sea lo principal.


1. ¿Cómo puede fortalecer la Iglesia sirviendo al pueblo de Dios?

2. ¿Cuáles son algunos de los obstáculos que le impiden servir fielmente y de corazón?

Día Cinco | El Libro de Hechos

Devocional por Jeremy Hamblen

Hechos 5

Ananías y Safira

Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.

Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. 11 Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.

Muchas señales y maravillas

12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. 13 De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. 14 Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; 15 tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. 16 Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.

Pedro y Juan son perseguidos

17 Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; 18 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19 Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: 20 Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida. 21 Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban.

Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos. 22 Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso, 23 diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. 24 Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello. 25 Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. 26 Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.

27 Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. 29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. 31 A este, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. 32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.

33 Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos. 34 Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, 35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres. 36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A este se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. 37 Después de este, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados. 38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; 39 mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.

40 Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. 41 Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. 42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.orgunitedbiblesocieties.orgvivelabiblia.comunitedbiblesocieties.org/es/casa/www.rvr60.bible

Si el capítulo cuatro te hizo pensar que comenzar una iglesia era todo sol y mariposas, la lectura de hoy nos hace poner los pies sobre la tierra. Los sorprendentes acontecimientos de Hechos cinco muestran la santidad intransigente de Dios y al mismo tiempo revelan su poder incomparable para hacer avanzar el evangelio a pesar de la oposición. De manera pública, la pretenciosa ofrenda de Ananías y Safira provoca un juicio inmediato por la hipocresía dentro de la iglesia naciente. Tales normas de pureza protegen la integridad de la comunidad de Dios, provocando una profunda y temerosa reverencia por parte de los creyentes.

 Junto a esta seria advertencia surge un testimonio profundo de la fuerza de Dios que impregna a su pueblo contra la resistencia y la persecución externas. El regreso de los apóstoles al ministerio público después de su milagrosa liberación de la prisión demuestra un compromiso inquebrantable con las prioridades del Reino impulsado por la presencia del Espíritu.

 Ambos episodios revelan aspectos claves de la relación de Dios con su iglesia. Se niega a tolerar que el engaño y el orgullo obstaculicen el evangelio, pero ningún poder terrenal impedirá la obra de sus fieles mensajeros empoderados por Su Espíritu. Mientras que la advertencia de Ananías y Safira nos lleva a la honestidad e integridad internas ante Dios y nuestra comunidad, el testimonio audaz de los apóstoles nos anima a recordar que el mismo Espíritu Santo que inicia un temor reverente ante el Señor también inicia un testimonio intrépido de la supremacía de Cristo sobre todas las autoridades competentes.


¿Servimos a Dios y a los demás con corazones puros o para ganar la ovación pública? ¿Cómo podemos notar la diferencia? ¿Cómo afecta esto nuestra capacidad de confiar en Su poder para avanzar con valentía en la obra de Dios en medio de la oposición y la incertidumbre?

Día Cuatro | El Libro de Hechos

Devocional por Jeremy Hamblen

Hechos 4

Pedro y Juan ante el concilio

Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.

Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera este haya sido sanado, 10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. 14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. 15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, 16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. 19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21 Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, 22 ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años.

Los creyentes piden confianza y valor

23 Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; 25 que por boca de David tu siervo dijiste:

¿Por qué se amotinan las gentes,

Y los pueblos piensan cosas vanas?

26 Se reunieron los reyes de la tierra,

Y los príncipes se juntaron en uno

Contra el Señor, y contra su Cristo.

27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, 28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. 29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. 31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

Todas las cosas en común

32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. 33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. 34 Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. 36 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, 37 como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.

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No hay nada como la iglesia local cuando la iglesia local está trabajando bien, y en la lectura de hoy la primera iglesia local simplemente sobresalía. Después de la sanación del mendigo cojo y el mensaje de Pedro en el templo, el capítulo cuatro documenta la primera persecución de la iglesia cristiana y su respuesta a dicha persecución. Los líderes saduceos no creían en la resurrección, por lo que encontraron ofensiva la predicación de Pedro y Juan, lo que llevó a su arresto y juicio ante el Sanedrín. Lleno del Espíritu, Pedro responde con valentía a las acusaciones sin ceder ni un centímetro y, junto con Juan, efectivamente dicen: “no dejaremos de hablar” cuando el concilio les advirtió que dejaran de predicar en el nombre de Jesús.

 Si nos ponemos en su lugar, esta fue una experiencia increíble y explica por qué lo sucedido inspiró a los cristianos a reunirse y orar por audacia en su misión, expresando y mostrando aún más el significado de la unidad.

 Tomando el capítulo cuatro en su conjunto, podemos ver que Lucas destaca tres disciplinas claves de la iglesia ideal, especialmente cuando ésta enfrenta persecución. Estas son iglesias que:

1) Proclaman la verdad (v. 1-22): Así como Pedro y Juan se mantuvieron firmes frente a un peligro enorme, nosotros también debemos mantenernos firmes en nuestra misión de compartir las Buenas Nuevas en medio de nuestras pruebas, anclados en la confianza inquebrantable de que nuestro Dios es fiel a sus promesas y en el poder interior del Espíritu Santo que obra a través de nosotros.

2) Oran juntos (v. 23-31): De la misma manera que los primeros creyentes buscaron fervientemente el poder de Dios para seguir adelante con la misión en momentos de persecución. Nosotros también debemos acercarnos al trono de la gracia con similar resolución, reconociendo nuestra total dependencia de Él, y buscando alinear nuestro corazón y voluntad con el propósito divino de Dios.

3) Proveen para las necesidades de cada uno (v. 32-37): Al igual que aquella comunidad cristiana tan unida que Lucas describe como “creyentes que estaban unidos de corazón y en espíritu”, nuestra misión se extiende más allá de la simple comunión; implica satisfacer activamente las necesidades físicas, emocionales y espirituales de aquellos dentro y fuera de nuestra comunidad.

Habrás notado que en todas estas disciplinas hay una característica adicional en común: la unidad. Pedro y Juan estaban unidos en mensaje y misión, la iglesia oraba junta colectivamente y su provisión era una actividad comunitaria. Estas son las características de una iglesia que funciona correctamente, ¡y no hay nada como una iglesia así!


Las redes sociales y el internet facilitan el experimentar una unidad poco profunda, pero cuando se trata de su iglesia local, ¿cómo podría usted fomentar un mayor sentido de unidad? y ¿cómo esto impactaría la forma en la que usted proclama, ora o provee hoy?

Día Tres | El Libro de Hechos

Devocional por Bo Patterson

Hechos 3

Curación de un cojo

Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. 10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.

Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón

11 Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. 12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto?, ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a este? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerle en libertad. 14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 16 Y por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a este esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.

17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18 Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. 19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20 y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21 a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. 22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; 23 y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. 24 Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. 25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. 26 A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.

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En el texto de hoy, vemos a Pedro y Juan dirigirse al templo para orar. Al hacerlo, Dios les da otra oportunidad de hacer crecer Su Reino. La oportunidad que tienen ante ellos es un hombre con una discapacidad que otros han pasado por alto. Él les ruega atención y dinero para poder vivir. Preste atención al texto y vea lo conscientes que estaban Pedro y Juan de cuál era la voluntad de Dios. La RVR dice: ” Pedro, con Juan, fijando en él los ojos “, la NVI comenta: “Pedro, con Juan, mirándolo fijamente”, y la NTV señala: “Pedro y Juan lo miraron fijamente”. Lo que sigue es un milagro y una puerta abierta al evangelio.

 Jesús ora en Mateo 6 para que el nombre de Dios y Su Reino sean engrandecidos. Hoy esto sucede cuando notamos las oportunidades que tiene para nosotros. Tómese un tiempo hoy y pídale a Dios que le dé oportunidades para hacer crecer Su Reino. Luego, gire su cabeza constantemente buscando las personas que Él pondrá en su camino. No se preocupe por realizar un milagro, simplemente inicie una conversación, realice un acto de servicio o préstele la atención a alguien que a menudo pide su atención. Quién sabe lo que Dios tiene reservado…


¿Cómo usted le habría respondido al mendigo?

¿Hay alguna forma en la que necesite reorientar su atención para que note a las personas que Dios pone en su camino?

Día Dos | El Libro de Hechos

Devocional por Garrett Hall

Hechos 2

La venida del Espíritu Santo

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12 Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13 Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Primer discurso de Pedro

14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15 Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

17 Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

19 Y daré prodigios arriba en el cielo,

Y señales abajo en la tierra,

Sangre y fuego y vapor de humo;

20 El sol se convertirá en tinieblas,

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día del Señor,

Grande y manifiesto;

21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23 a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; 24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. 25 Porque David dice de él:

Veía al Señor siempre delante de mí;

Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,

Y aun mi carne descansará en esperanza;

27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,

Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.

28 Me hiciste conocer los caminos de la vida;

Me llenarás de gozo con tu presencia.

29 Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 31 viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:

Dijo el Señor a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

La vida de los primeros cristianos

43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso.

Hoy leemos acerca de dos eventos monumentales en la historia de la iglesia. La venida del Espíritu Santo y el sermón de Pedro en el Pentecostés. Estos son dos eventos increíbles porque (1) el Espíritu Santo ahora puede morar en los creyentes cuando antes solo reposaba en alguien por un período de tiempo (ver los Profetas), y (2) el sermón de Pedro en el Pentecostés es uno de los más grandes sermones, si no el más grande, jamás predicado.

Sin embargo, quiero dirigir nuestro enfoque a los versículos 42-47 y el compañerismo de los creyentes. Quiero que enmarquemos esto en el contexto de un Grupo de Vida y veamos cómo las acciones de la iglesia primitiva reflejan los valores fundamentales de nuestro propio Grupo de Vida: Invitar, Aprender y Amar.

  • Primero, invitamos a personas a nuestras vidas para que ellos inviten a Jesús a las suyas. La iglesia primitiva “partían el pan juntos y tenían comunión unos con otros” (v. 42). También asistieron juntos al templo y compartieron comidas en los hogares de los demás. Debido a esto hallaron favor con todo el pueblo (v. 46-47).
  • Segundo, aprendemos a seguir a Jesús. De manera similar, la iglesia primitiva “se dedicaba a la enseñanza de los apóstoles” (v. 42).
  • Tercero, amamos a los demás cuidándolos y ministrándolos en el contexto de la comunidad bíblica. Hechos 2:44-45 nos dice que “Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno.” (v. 44-45). Es importante señalar que la iglesia primitiva ejerció una generosidad voluntaria, no fue un mandato.

¿Cómo están viviendo estos valores fundamentales en su Grupo de Vida?

Día Uno | El Libro de Hechos

Devocional por Garrett Hall

Hechos 1

La promesa del Espíritu Santo

En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

La ascensión

Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. 10 Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, 11 los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.

Elección del sucesor de Judas

12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo.[a] 13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14 Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.

15 En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: 16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, 17 y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. 18 Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos:

Sea hecha desierta su habitación,

Y no haya quien more en ella;

y:

Tome otro su oficio.

21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso.

Devotional

Un versículo clave en este pasaje es el versículo ocho: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Esta es una declaración temática para todos los Hechos. Mientras recorre el libro de los Hechos durante los próximos veintisiete días, preste especial atención a cómo se difunde el evangelio. El Espíritu Santo, que da poder a los seguidores de Cristo, ha sido esperado ansiosamente desde Juan 14:16, cuando Jesús prometió que vendría un “Consolador”. Los discípulos se preguntaron cuándo volvería Jesús (v. 6), pero él los desafió a mantener su enfoque en el testimonio del evangelio. Es fácil consumirnos con lo que sigue en nuestras vidas o intentar discernir cuándo podría suceder algo, pero debemos preguntarnos: ¿Hemos prestado atención a lo que Jesús nos ordenó? Cuando ponemos nuestra fe en Jesús como Salvador y Señor, somos sellados con el Espíritu Santo (Efesios 1:13-14). Por lo tanto, ahora es el Espíritu Santo quien fortalece nuestro testimonio, como se ve en el versículo ocho.


Memoriza Hechos 1:8

¿Qué aprendemos sobre el Espíritu Santo en este pasaje?

María Magdalena | Semana Santa 2023

Día 8: María Magdalens

Abigail O’Neel

Lea Juan 20:11-18

11 pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, 12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 —¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles. —Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto —les respondió. 14 Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. 15 Jesús le dijo: —¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: —Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él. 16 —María —le dijo Jesús. Ella se volvió y exclamó: —¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro). 17 —Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”. 18 María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. “¡He visto al Señor!”, exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho.

Devocional

Es probable que no comiences una relación íntima con alguien sin antes crecer en el conocimiento de quién es. La mayoría de las personas ven la cercanía como un requisito previo para la familiaridad y, en la mayoría de las situaciones, creo que esta es una forma saludable de relacionarse.

María Magdalena se encuentra llorando frente a la entrada de la tumba donde yacía su Salvador. El mismo Salvador del que nos dice Lucas la libró de siete demonios (Lucas 8:2). Su llanto solo se intensifica cuando nota que el cuerpo de su Salvador ha sido movido. Los ángeles preguntan por su llanto, a lo que ella responde: “Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto”.

Mi señor. Para María, Jesús no era simplemente el Señor, un señor o incluso el Señor de Israel. Él era su Señor. Ella lo conocía profundamente. Ella lo había seguido desde Galilea (Mateo 27:57) hasta la cruz (Juan 19:25) y ahora hasta la tumba. Este profundo amor por su Señor, la llevó a donde Él estaba, y por eso se convirtió en una de las primeras en verlo vivo. Por supuesto, ella no lo reconoce al principio. Tal vez eso se deba a que, como sugieren algunos teólogos, sus lágrimas y el dolor le bloquearon su capacidad de ver quién estaba tan claramente frente a ella.  Mas, sin embargo, cuando Jesús la llama por su nombre “María”, ella inmediatamente responde “¡Rabboni!” y se aferra a Él. Como ovejas que reconocen la voz de su pastor, María reconoció la voz de su Salvador.

Jesús era el amado Señor de María, cuya muerte le rompió el corazón. Él era su Salvador, quien la libró de las tinieblas. Él fue su maestro (“¡Rabboni!”), quien le enseñó mientras aún estaba en Galilea (Lucas 24:6). Y ahora, al reconocerlo, Jesús se convirtió en su hermano y en el que la comisiona (Juan 20:17-18). “Ve a mis hermanos y diles”, ordena Jesús a María, y ella se dirige obedientemente a los hermanos, proclamando: “¡He visto al Señor!”.

Preguntas

1. Como María Magdalena, ¿puedes decir con confianza que Jesucristo es tu Señor?

2. ¿Hay alguien en tu vida a quien necesites ir obedientemente y proclamar: “He visto al Señor”?

3. ¿Es tu amor por el Señor tan íntimo que deseas estar donde Él está? ¿Cómo puedes despertar diariamente un afecto tan íntimo por Él?

Para leer

En Lucas 8:1-3, aprendemos que varias mujeres estaban entre los seguidores de Jesús. Consulte este artículo de https://www.thegospelcoalition.org/article/female-disciples/ para obtener más información sobre dos de estas mujeres que siguieron a Jesús.

Los Discípulos | Semana Santa 2023

Día 7: Los Discípulos

Lori Mosser

Lea Lucas 24:36-49

36 Todavía estaban ellos hablando acerca de esto, cuando Jesús mismo se puso en medio de ellos y les dijo: —Paz a ustedes. 37 Aterrorizados, creyeron que veían a un espíritu. 38 —¿Por qué se asustan tanto? —les preguntó—. ¿Por qué les vienen dudas? 39 Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo. 40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies. 41 Como ellos no acababan de creerlo a causa de la alegría y del asombro, les preguntó: —¿Tienen aquí algo de comer? 42 Le dieron un pedazo de pescado asado, 43 así que lo tomó y se lo comió delante de ellos. Luego les dijo: 44 —Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras. 46 —Esto es lo que está escrito —les explicó—: que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día, 47 y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. 48 Ustedes son testigos de estas cosas. 49 Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto.

Devocional

Cuando nos mudamos a una nueva casa el verano pasado, publiqué fotos en mi historia de Instagram del progreso que estábamos haciendo al desempacar cajas y decorar. Las imágenes hacían que las habitaciones se vieran tan “perfectas”, pero muchas veces, todavía había montones de cajas para desempacar detrás de escena que nadie podía ver. Un día, mostré una foto de mi entrada, perfectamente decorada. Pero la siguiente imagen que publiqué fue una vista con mi cámara retrocediendo unos cinco pies para mostrar toda la basura y las cajas que aún permanecían ahí. Estaba tratando de mostrar “Instagram vs. Realidad” y señalar que, a veces, lo que ves o lees en las redes sociales es demasiado bueno para ser verdad; las cosas no son siempre lo que parecen ser.

 La Escritura de hoy explica lo que sucedió cuando Jesús se apareció a sus discípulos después de la resurrección. Muchos de sus seguidores estaban incrédulos, incluso asustados, y pensaron que estaban frente a un fantasma. No estaban seguros de si lo que veían ante sus ojos era real. Pero en Lucas 24:38, Jesús les dijo: “¿Por qué se asustan tanto? ¿Por qué les vienen dudas?” ¡Los discípulos dudaban en creer porque era demasiado bueno para ser verdad! Sin embargo, Jesús era completamente real, no había nada falso en él. Jesús probó que Él era el Cristo resucitado mostrando Sus manos y pies y cumpliendo lo que les había dicho antes de su muerte (Lucas 24:44). Nosotros tampoco podemos tener ninguna duda cuando se trata de Jesús.

 Jesús pasó a decirle a sus discípulos en el versículo 48: “Ustedes son testigos de estas cosas”. Les pidió que compartieran acerca de su experiencia personal con el Cristo resucitado. Jesús es real, Jesús ha resucitado, el poder de Su Espíritu Santo actúa en nosotros y estamos llamados a compartir Su historia, al igual que lo hicieron los discípulos.

Tal vez has experimentado una situación que te hizo dudar de lo que crees acerca de Cristo o la Biblia. Sé que ha habido momentos de duda incluso en mi propia vida. Pero las dudas pueden permitirte profundizar en tu fe si se manejan adecuadamente. No tenga miedo de buscar más en la Palabra de Dios para encontrar las respuestas que busca. Él responderá a sus preguntas con compasión y amabilidad.

Preguntas

1. ¿Alguna vez ha dudado de Jesús solo porque hizo algo que parecía “demasiado bueno para ser verdad”?

2. ¿Ha compartido ese testimonio con otros?

3. Si es así, ¿cuál fue la reacción de ellos? Si no, le animo a que comparta su testimonio durante su Grupo de Vida esta semana.

Mire esto

Para más información acerca del tema de la duda, puede consultar este artículo en inglés de Focus on The Family  https://www.focusonthefamily.com/family-qa/wrestling-with-doubt-and-disbelief/

El ladrón arrepentido | Semana Santa 2023

Día 6: El ladrón arrepentido

Jeremy Hamblen

Lea Lucas 23:32-43

32 También llevaban con él a otros dos, ambos criminales, para ser ejecutados. 33 Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto con los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda. 34 —Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. 35 La gente, por su parte, se quedó allí observando, y aun los gobernantes estaban burlándose de él. —Salvó a otros —decían—; que se salve a sí mismo si es el Cristo de Dios, el Escogido. 36 También los soldados se acercaron para burlarse de él. Le ofrecieron vinagre 37 y le dijeron: —Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38 Resulta que había sobre él un letrero, que decía: «Este es el Rey de los judíos». 39 Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo: —¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! 40 Pero el otro criminal lo reprendió: —¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena? 41 En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; este, en cambio, no ha hecho nada malo. 42 Luego dijo: —Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43 —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús.

Devocional

Si hay algo que sabemos en Houston, es acerca de desastres. Huracanes, inundaciones, tormentas de hielo y olas de calor. Cada temporada tiene su propio espacio en la ruleta de las catástrofes. Si alguna vez ha realizado alguna clase de trabajo de ayuda durante esos momentos, sabrá que la gran mayoría de personas quedan como congeladas en el tiempo: personas que todavía llevan puesta la ropa que usaban para acostarse, platos en el fregadero y cosas personales esparcidas por doquier. Aun así, nadie se disculpa por el desorden y nadie lo menciona, es solo la naturaleza del rescate. Cuando ocurre un desastre, venimos tal y como somos.

Los ladrones en la cruz se dirigían al desastre. Al igual que Jesús, estos criminales habían sido golpeados, clavados a una viga de madera y colgados en humillación pública. Este fue solo el comienzo de su lenta marcha hacia una muerte prolongada por asfixia, la verdadera crueldad de la infame crucifixión romana. Pero uno, tan solo uno de los ladrones, mirando el precio que estaba pagando por su maldad y con la respiración cada vez superficial…notó algo.

El Hombre en la cruz del medio había no era igual a ellos, de hecho, no era igual a nadie. Su comportamiento era diferente, la brutalidad del castigo que él recibió fue diferente, y el caso en su contra parecía especialmente diferente. Pero aquí estaba Él, clamando por perdón para ellos, aun cuando el abuso continuaba. Fue entonces, de repente, milagrosamente, que un ladrón se arrepintió, proclamando la inocencia de Jesús, admitiendo su propia culpa y denunciando la culpa de los demás. Desnudo y avergonzado ante el Cordero perfecto, sin nada que traer y sin tiempo para corregir, su pedido sin adornos fue su profesión de fe.

Llegó tal como era.

Es fácil intentar agregar algo al Evangelio porque Dios nos llama a mucho más, pero todo comienza y termina con la fe. No necesitamos tratar de limpiarnos antes de colapsar en Su misericordia porque es solo por Su misericordia que somos limpios, y se nos ofrece en términos misericordiosamente simples: solo por gracia, solo a través de la fe, solo en Cristo. Eso es todo lo que el ladrón arrepentido necesitaba en la cruz, y debido a la cruz, eso es todo lo que Cristo requiere de nosotros, sin importar cuán lejos estemos, y sin importar cuán tarde sintamos que es. Todo lo que tenemos que hacer es venir, tal como somos.

Preguntas

1. Cualquiera puede hacer una promesa, pero las palabras de Jesús: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”, era una promesa con autoridad. De hecho, Su autoridad fue la razón principal por la que estuvo en la cruz (Él enseñó como quien tiene autoridad, actuó como quien tiene autoridad y afirmó ser un Rey). ¿Cómo puede la autoridad de Cristo sobre nuestras vidas brindarnos consuelo y gozo?

Mucha gente trata de usar la historia del ladrón arrepentido como una razón por la que pueden “vencer al sistema” esperando hasta su lecho de muerte para arrepentirse y volverse a Jesús. ¿Qué le dirías a alguien para advertirle contra esta perspectiva?

El ladrón arrepentido fue el último compañero de Jesús en la tierra, crucificados juntos a una distancia conversacional. El ladrón lo defendió en Su presencia y luego le pidió perdón directamente. Jesús respondió de la misma manera. Incluso en ese breve y último encuentro, el rescate del ladrón se trataba de una relación, solo entre ellos dos. ¿Qué nos puede decir esto acerca de la importancia de nuestra relación con Jesús en nuestra vida cotidiana?

Mire esto (video en inglés)

Disfrute https://www.youtube.com/watch?v=C-mGoIqBvTM por el predicador escocés Alistair Begg, quien imagina la escena en el cielo tras la entrada del ladrón arrepentido.

Pilato | Semana Santa 2023

Día 5: Pilato

Mark Lanier

Lea Juan 18:37-38a

37 —¡Así que eres rey! —le dijo Pilato. —Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz. 38 —¿Y qué es la verdad? —preguntó Pilato.

Devocional

Algunas personas tienen la capacidad para ver lo que es obvio. Otros, no logran verlo, aunque lo tengan en sus propias narices. Puse a Pilato en la categoría de “otros”.

Pilato estaba pasando por su día de rutina, habiendo recorrido 75 millas desde su base de operaciones en Cesarea hasta Jerusalén para ocuparse de asuntos administrativos. Como procurador de la región, Pilato estaba a cargo de mantener la paz y administrar el juicio de Roma.

Tratar con Jesús no estaba en la agenda de Pilato. Jesús era un tema que acababa de surgir. Ciertas autoridades judías estaban bastante molestas con Jesús y querían que Pilato se ocupara de él. La forma más fácil era pintar a Jesús como alguien que lideraba una rebelión, alguien que afirmaba ser un rey en oposición a Roma y al César. Esta acusación elevó a Jesús a un estado que requería la atención personal de Pilato.

Pilato le preguntó a Jesús: “¿De verdad pretendes ser rey?”. Jesús respondió: “Esas son tus palabras. Vine al mundo para dar testimonio de la verdad”. Jesús agregó que cualquier persona, independientemente de su estatus o ubicación en el Imperio Romano, que oyera de él y le escuchara, sería parte de la verdad.

Aquí estaba el gran momento de Pilato. Pilato tuvo un encuentro personal con el Hijo de Dios. Pilato tuvo la oportunidad de hacer la pregunta que la mayoría de los ateos exigen: “¡Si Dios es real, haz que se me presente y me lo diga!” Sin embargo, Pilato lo arruinó. No podía ver la verdad que estaba parada justo frente a él. Con la oportunidad de dialogar con Dios, de enderezar su vida, de encontrar el perdón, de tener una relación con Dios completamente restaurada, de dar un giro y encontrar la fe, con todas esas oportunidades y más, Pilato la perdió. Pilato convirtió la oportunidad en una respuesta monótona, desdeñosa, casi cínica: “¿Qué es la verdad?”

La verdad estaba mirando a Pilato a la cara, y él no hizo nada con ella. Estaba demasiado ciego para ver lo que estaba justo frente a él. ¿Seré como Pilato?

Preguntas

Jesús está ante mí en este pasaje hoy. ¿Lo veo por lo que Él es?

¿Aprovecho este momento para dirigirme a Él como Dios o también lo descarto?

Oración

Señor, te abrazo hoy como mi Señor, mi Dios y LA VERDAD que necesito en mi vida. Guíame por amor a tu nombre. En el nombre de Jesús, amén.