El ladrón arrepentido | Semana Santa 2023

Día 6: El ladrón arrepentido

Jeremy Hamblen

Lea Lucas 23:32-43

32 También llevaban con él a otros dos, ambos criminales, para ser ejecutados. 33 Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto con los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda. 34 —Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. 35 La gente, por su parte, se quedó allí observando, y aun los gobernantes estaban burlándose de él. —Salvó a otros —decían—; que se salve a sí mismo si es el Cristo de Dios, el Escogido. 36 También los soldados se acercaron para burlarse de él. Le ofrecieron vinagre 37 y le dijeron: —Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38 Resulta que había sobre él un letrero, que decía: «Este es el Rey de los judíos». 39 Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo: —¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! 40 Pero el otro criminal lo reprendió: —¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena? 41 En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; este, en cambio, no ha hecho nada malo. 42 Luego dijo: —Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43 —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús.

Devocional

Si hay algo que sabemos en Houston, es acerca de desastres. Huracanes, inundaciones, tormentas de hielo y olas de calor. Cada temporada tiene su propio espacio en la ruleta de las catástrofes. Si alguna vez ha realizado alguna clase de trabajo de ayuda durante esos momentos, sabrá que la gran mayoría de personas quedan como congeladas en el tiempo: personas que todavía llevan puesta la ropa que usaban para acostarse, platos en el fregadero y cosas personales esparcidas por doquier. Aun así, nadie se disculpa por el desorden y nadie lo menciona, es solo la naturaleza del rescate. Cuando ocurre un desastre, venimos tal y como somos.

Los ladrones en la cruz se dirigían al desastre. Al igual que Jesús, estos criminales habían sido golpeados, clavados a una viga de madera y colgados en humillación pública. Este fue solo el comienzo de su lenta marcha hacia una muerte prolongada por asfixia, la verdadera crueldad de la infame crucifixión romana. Pero uno, tan solo uno de los ladrones, mirando el precio que estaba pagando por su maldad y con la respiración cada vez superficial…notó algo.

El Hombre en la cruz del medio había no era igual a ellos, de hecho, no era igual a nadie. Su comportamiento era diferente, la brutalidad del castigo que él recibió fue diferente, y el caso en su contra parecía especialmente diferente. Pero aquí estaba Él, clamando por perdón para ellos, aun cuando el abuso continuaba. Fue entonces, de repente, milagrosamente, que un ladrón se arrepintió, proclamando la inocencia de Jesús, admitiendo su propia culpa y denunciando la culpa de los demás. Desnudo y avergonzado ante el Cordero perfecto, sin nada que traer y sin tiempo para corregir, su pedido sin adornos fue su profesión de fe.

Llegó tal como era.

Es fácil intentar agregar algo al Evangelio porque Dios nos llama a mucho más, pero todo comienza y termina con la fe. No necesitamos tratar de limpiarnos antes de colapsar en Su misericordia porque es solo por Su misericordia que somos limpios, y se nos ofrece en términos misericordiosamente simples: solo por gracia, solo a través de la fe, solo en Cristo. Eso es todo lo que el ladrón arrepentido necesitaba en la cruz, y debido a la cruz, eso es todo lo que Cristo requiere de nosotros, sin importar cuán lejos estemos, y sin importar cuán tarde sintamos que es. Todo lo que tenemos que hacer es venir, tal como somos.

Preguntas

1. Cualquiera puede hacer una promesa, pero las palabras de Jesús: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”, era una promesa con autoridad. De hecho, Su autoridad fue la razón principal por la que estuvo en la cruz (Él enseñó como quien tiene autoridad, actuó como quien tiene autoridad y afirmó ser un Rey). ¿Cómo puede la autoridad de Cristo sobre nuestras vidas brindarnos consuelo y gozo?

Mucha gente trata de usar la historia del ladrón arrepentido como una razón por la que pueden “vencer al sistema” esperando hasta su lecho de muerte para arrepentirse y volverse a Jesús. ¿Qué le dirías a alguien para advertirle contra esta perspectiva?

El ladrón arrepentido fue el último compañero de Jesús en la tierra, crucificados juntos a una distancia conversacional. El ladrón lo defendió en Su presencia y luego le pidió perdón directamente. Jesús respondió de la misma manera. Incluso en ese breve y último encuentro, el rescate del ladrón se trataba de una relación, solo entre ellos dos. ¿Qué nos puede decir esto acerca de la importancia de nuestra relación con Jesús en nuestra vida cotidiana?

Mire esto (video en inglés)

Disfrute https://www.youtube.com/watch?v=C-mGoIqBvTM por el predicador escocés Alistair Begg, quien imagina la escena en el cielo tras la entrada del ladrón arrepentido.

Pilato | Semana Santa 2023

Día 5: Pilato

Mark Lanier

Lea Juan 18:37-38a

37 —¡Así que eres rey! —le dijo Pilato. —Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz. 38 —¿Y qué es la verdad? —preguntó Pilato.

Devocional

Algunas personas tienen la capacidad para ver lo que es obvio. Otros, no logran verlo, aunque lo tengan en sus propias narices. Puse a Pilato en la categoría de “otros”.

Pilato estaba pasando por su día de rutina, habiendo recorrido 75 millas desde su base de operaciones en Cesarea hasta Jerusalén para ocuparse de asuntos administrativos. Como procurador de la región, Pilato estaba a cargo de mantener la paz y administrar el juicio de Roma.

Tratar con Jesús no estaba en la agenda de Pilato. Jesús era un tema que acababa de surgir. Ciertas autoridades judías estaban bastante molestas con Jesús y querían que Pilato se ocupara de él. La forma más fácil era pintar a Jesús como alguien que lideraba una rebelión, alguien que afirmaba ser un rey en oposición a Roma y al César. Esta acusación elevó a Jesús a un estado que requería la atención personal de Pilato.

Pilato le preguntó a Jesús: “¿De verdad pretendes ser rey?”. Jesús respondió: “Esas son tus palabras. Vine al mundo para dar testimonio de la verdad”. Jesús agregó que cualquier persona, independientemente de su estatus o ubicación en el Imperio Romano, que oyera de él y le escuchara, sería parte de la verdad.

Aquí estaba el gran momento de Pilato. Pilato tuvo un encuentro personal con el Hijo de Dios. Pilato tuvo la oportunidad de hacer la pregunta que la mayoría de los ateos exigen: “¡Si Dios es real, haz que se me presente y me lo diga!” Sin embargo, Pilato lo arruinó. No podía ver la verdad que estaba parada justo frente a él. Con la oportunidad de dialogar con Dios, de enderezar su vida, de encontrar el perdón, de tener una relación con Dios completamente restaurada, de dar un giro y encontrar la fe, con todas esas oportunidades y más, Pilato la perdió. Pilato convirtió la oportunidad en una respuesta monótona, desdeñosa, casi cínica: “¿Qué es la verdad?”

La verdad estaba mirando a Pilato a la cara, y él no hizo nada con ella. Estaba demasiado ciego para ver lo que estaba justo frente a él. ¿Seré como Pilato?

Preguntas

Jesús está ante mí en este pasaje hoy. ¿Lo veo por lo que Él es?

¿Aprovecho este momento para dirigirme a Él como Dios o también lo descarto?

Oración

Señor, te abrazo hoy como mi Señor, mi Dios y LA VERDAD que necesito en mi vida. Guíame por amor a tu nombre. En el nombre de Jesús, amén.

Simón de Cirene | Semana Santa 2023

Día 4: Simón de Cirene

Alex Jones

Lea Lucas 23:26

“Cuando se lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús”.

Devocional

La vida está llena de interrupciones. Diariamente nos enfrentamos a decisiones, situaciones y circunstancias que no esperamos. Todos podemos relacionarnos con sentirnos nerviosos o desanimados cuando nuestra vida no transcurre según lo planeado. Como cristianos, a lo largo de las Escrituras se nos recuerda que no tenemos el control: podemos planificar nuestro camino, pero Dios establece nuestros pasos. Aunque la biblia es clara en cuanto a que debemos esperar lo inesperado, a veces nos encontramos reacios a los caminos de Dios. A menudo olvidamos que nuestro Dios Todopoderoso está en el trono dirigiendo intencionalmente nuestro camino. Dios puede usar incluso lo aparentemente mundano para cambiar nuestras vidas. Este fue precisamente el caso de un hombre llamado Simón de Cirene.

 En su viaje a Jerusalén para la Pascua, Simón fue interrumpido por soldados romanos que lo agarraron y le ordenaron que llevara la cruz de Jesús. Esta carga abrupta colocada sobre Simón seguramente fue frustrante e inconveniente, pero finalmente lo llevó a un encuentro íntimo con Jesús. Cuando Simón tomó la cruz manchada de sangre, experimentó la presencia del Hijo de Dios. Escuchó las palabras que Jesús dijo a la multitud que lo seguía. Experimentó la humildad de Jesús cuando se entregó a la voluntad de Dios. Lo más importante, se nos dice que Simón siguió a Jesús. Simón fue el primero en vivir el llamado a “tomar su cruz” y seguir a Cristo (Mateo 16:24-26). Simón se alejó de su encuentro con Jesús conociéndolo más profundamente y siguiéndolo más de cerca.

 El encuentro de Simón condujo a una intimidad más profunda con su Creador. De la misma manera, cuando nos enfrentamos a interrupciones inesperadas, también podemos estar a un momento de conocer a Dios más profundamente. Sus caminos no son nuestros caminos, y Sus pensamientos son más altos que los nuestros. El mismo Dios que ordenó los pasos de Simón sigue yendo delante de cada uno de nosotros. No importa la dificultad o la carga que se nos imponga, Jesús promete que Su yugo es fácil y Su carga es liviana. Entonces, en medio de su próxima interrupción frustrante, busque comprender cómo Dios puede estar obrando en usted. Puede que no podamos controlar nuestras circunstancias, pero podemos controlar nuestra respuesta a dicha circunstancia.

Preguntas

1. Cuando se siente interrumpido o incomodado, ¿Cuál es su respuesta natural? ¿Qué pasos puede dar para confiar en Dios en esos momentos?

2. ¿Cómo está siguiendo a Jesús diariamente?

3. ¿Qué áreas de su vida le impiden seguirlo plenamente?

Oración

Señor, oro para que mis encuentros contigo me lleven a una relación más íntima y personal contigo. Ayúdame a buscarte a pesar de mis cargas. Mientras me niego a mí mismo y te sigo, confiaré y creeré que tu camino es perfecto para mí. Que me acerque a ti como tú te acercas a mí. Llévame a parecerme más a ti. En el nombre de Jesús, Amén.

Judas Iscariote | Semana Santa 2023

Día 3: Judas Iscariote

Shauna Wallace

Lea Mateo 26:46-56

46 ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!” 47 Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Lo acompañaba una gran turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 El traidor les había dado esta contraseña: «Al que le dé un beso, ese es; arréstenlo». 49 En seguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó. —¡Rabí! —le dijo, y lo besó. 50 —Amigo —le replicó Jesús—, ¿a qué vienes? Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús. 51 En eso, uno de los que estaban con él extendió la mano, sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja. 52 —Guarda tu espada —le dijo Jesús—, porque los que a hierro matan, a hierro mueren. 53 ¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles? 54 Pero, entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder? 55 Y de inmediato dijo a la turba: —¿Acaso soy un bandido, para que vengan con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el templo, y no me prendieron. 56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

Devocional

Judas me hace sentir incómodo. Quiero pensar que la atrocidad que hizo fue debido a una ceguera, porque ¿cómo un discípulo, uno de los doce, un amigo que se sentó a la mesa con Jesús y administró el dinero del ministerio, es recordado como el traidor de Jesús?

Durante tres años, caminó con Jesús y vio muchas de las cosas que hizo. Cuando él y la corte armada de enemigos religiosos se acercaron a Jesús en el Jardín, un lugar que Judas conocía, “porque Jesús se reunía allí a menudo con sus discípulos” (Juan 18:2), saludó a Jesús como rabino y luego plantó el beso de muerte en el rostro de Jesús. Fue la señal que selló el trato que ya había hecho con el diablo (ver Juan 13:2 y 27), y mostró la verdad acerca de él.

 Eso es lo que hacen las traiciones. Revelan la verdad, y se inician mucho antes de los actos que las dan a conocer. Comienzan con lo que cautiva nuestro corazón.

Judas pudo haber parecido un seguidor de Jesús, pero era un ladrón indignado que no se preocupaba por los pobres (ver Mateo 22:8 y Juan 12:4-6). Metió la mano en la bolsa de dinero mucho antes de meterla en el plato con Jesús durante la Última Cena, de esta manera Jesús lo identificó como “Mi traidor” (Mateo 26:46). Judas, hombre que temía y amaba el dinero, afectos que podemos considerar relativamente inofensivos, junto con los nuestros. Pero aquí hay otra verdad: los afectos aparentemente inofensivos eventualmente conducen a dolorosas traiciones.

Tal vez tu lucha no es con el amor al dinero. Tal vez eres honesto y te preocupas por los pobres. Independientemente de lo que pueda dividir nuestra lealtad a Jesús, todos podemos aprender de Judas y de las palabras aleccionadoras de Jesús a sus discípulos después de la Cena del Señor, justo antes de la escena del Jardín: “Todos ustedes se apartarán de mí esta noche. Por eso está escrito: “Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño” (Mateo 26:31).

Todos se apartan y se extravían por su propio camino (ver Isaías 53:6).

 Ellos lo hicieron.

 Nosotros lo hacemos.

Cuando Judas llamó a Jesús, “Rabí” (o maestro), omitió “Señor”. El beso de Judas fue la evidencia externa de su lealtad interna hacia otro “maestro”. Jesús puede ser muchas cosas para nosotros. Si es Señor, quiere y merece ser nuestra única adoración. Señor en todo y sobre todo.

Preguntas

¿Es Jesús tu Señor y amo? ¿Es Él el Señor de todos los deseos de tu corazón?

¿Qué afectos triunfan sobre tu lealtad a Cristo, incluso en formas que el diablo quiere que consideres inofensivas?

Por el poder del Espíritu Santo, ¿cuál es una forma en la que hoy podrías entregar uno de tus afectos divididos a Jesús?

Oración

Señor, perdóname porque muchas veces he actuado como Judas. Cuando mis afectos le prometen lealtad al mundo y me aparto de ti, te estoy traicionando. Perdóname. Señor, mi corazón es “engañoso más que todas las cosas, y perverso en extremo” (Jeremías 17:9). Por favor, perdóname por la maldad de mi propio corazón y acepta las palabras de David en el Salmo 19:12-13 como el clamor de mi corazón hoy:

 “¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis pecados. Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.”

Gracias Señor Jesús por salvarme, por redimirme y por iniciar una nueva obra en mí. Todo esto lo oro en tu nombre, sabiendo que me escuchas y que me responderás. Amén.

Jesús en el Jardín | Semana Santa 2023

Día 2: Jesús en el Jardín

Durrell Comedy

Lea Mateo 26:36-46

36 Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: “Siéntense aquí mientras voy más allá a orar”. 37 Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse triste y angustiado. 38 “Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo”. 39 Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: “Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú”. 40 Luego volvió adonde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. “¿No pudieron mantenerse despiertos conmigo ni una hora? —le dijo a Pedro—. 41 Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo[b] es débil”. 42 Por segunda vez se retiró y oró: “Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad”. 43 Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les cerraban los ojos de sueño. 44 Así que los dejó y se retiró a orar por tercera vez, diciendo lo mismo. 45 Volvió de nuevo a los discípulos y les dijo: “¿Siguen durmiendo y descansando? Miren, se acerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!”

Devocional

Sé que no soy la única persona a la que no le gusta sentirse vulnerable. A muchos de nosotros nos resulta difícil mostrar nuestra vulnerabilidad, incluso cuando estamos rodeados de amigos y familiares, quienes nos conocen mejor. La verdad es que tengo un miedo constante de que todos (incluida mi esposa) me vean frágil y temeroso. Me gusta que vean que tengo todo “bajo control” y que nada hará que me descontrole. Pero seamos realistas, ¿qué tan sostenible es esta mentalidad? Si no expresamos nuestros miedos, preocupaciones y ansiedades a alguien, es solo cuestión de tiempo antes de que esos problemas nos controlen. En la lectura de hoy, podemos caminar junto a Cristo durante uno de los momentos más difíciles de su vida, donde él también luchó para que ni sus propios discípulos conocieran la pesadumbre que había en su corazón.

Después de que Jesús y Sus discípulos tuvieron juntos “la Última Cena” en el aposento alto, caminaron hacia el lugar llamado Getsemaní para orar y buscar al Padre. Jesús tomó aparte a Santiago, Juan y Pedro y comenzó a expresar la profundidad de la angustia emocional que estaba experimentando. Los animó a velar y orar con él. Qué hermosa imagen de comunidad y que gran recordatorio para nosotros de que si Jesús, siendo el Salvador, necesitaba las oraciones y el apoyo de los demás durante las temporadas difíciles, nosotros aún más. Pero Cristo no solo compartió con sus discípulos escogidos. Continuó esta confesión con Su Padre, suplicando por otro camino para caminar u otra copa para beber. Sin embargo, su pedido fue inmediatamente ligado a la sumisión con las famosas palabras: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (v. 39). Con esta oración, Cristo nos modela que podemos pedirle cualquier cosa a nuestro Padre, pero que tenemos que saber que Su respuesta podría ser un “no”, y comprometernos instantáneamente a obedecerle a Él y a seguir Su plan.

Después de que Jesús regresó de estar solo y encontró a sus amigos durmiendo en lugar de orar, se aisló nuevamente y oró exactamente la misma oración a Dios dos veces más.

Ir repetidamente a Dios en oración nos muestra dos cosas:

· La oración es un arma para combatir la tentación (ver Santiago 5:16)

· Muestra nuestra necesidad constante de entregar nuestras cargas a Dios (ver Mateo 11:28-29).

Preguntas

1. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste completamente transparente con el Señor en oración, permitiendo que tus emociones ayudaran a comunicar una preocupación profunda en tu vida?

2. ¿Has encontrado a otras personas con las que puedes ser igual de vulnerable y en las que puedes confiar regularmente?

3. ¿En qué momento de tu vida fuiste obediente a Dios sin importar tus sentimientos o circunstancias?

Oración

Querido Señor, estoy agradecido por el ejemplo de nuestro Salvador Jesús, quien demostró obediencia hasta la muerte. ¡Por esa muerte y resurrección, tengo vida nueva y abundante en Ti! Ahora, ayúdame a vivir con una postura de obediencia inmediata a Tu voluntad y plan para mi vida. Incluso cuando me encuentre en la lucha y el dolor de la entrega, recuérdame que del otro lado de la obediencia está la alegría y la paz. Ruego poder correr constantemente hacia Ti con cada una de mis preocupaciones, sabiendo que Tú me cuidas. Rodéame de aquellas personas que me brindan consuelo y me desafían a permanecer en Tus caminos y en Tu verdad. Dios, quiero siempre demostrarte mi amor, no solo con mis palabras y emociones, sino con las decisiones que tomo. En el nombre de Jesús, Amén.

La multitud | Semana Santa 2023

Día 1: La multitud

Dr. Jarrett Stephens

Lea Mateo 21:1-11

21 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagué, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos 2 con este encargo: “Vayan a la aldea que tienen enfrente, y ahí mismo encontrarán una burra atada, y un burrito con ella. Desátenlos y tráiganmelos. 3 Si alguien les dice algo, respóndanle que el Señor los necesita, pero que ya los devolverá”. 4 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta: 5 “Digan a la hija de Sión: ‘Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga’”. 6 Los discípulos fueron e hicieron como les había mandado Jesús. 7 Llevaron la burra y el burrito, y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús. 8 Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. 9 Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba: —¡Hosanna al Hijo de David! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Hosanna en las alturas! 10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. —¿Quién es este? —preguntaban. 11 —Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.

Devocional

El marco de este pasaje es la Pascua. En tan solo cinco días, Jesús estaría ofreciendo Su vida por los pecados del mundo. Podemos imaginar lo llena que estaba la ciudad de Jerusalén, saturada de peregrinos que habían viajado de todas partes para celebrar la liberación que Dios había dado a Su pueblo, después de tantos años de esclavitud en Egipto.

El ministerio de Jesús está en su clímax. Él es conocido por Su predicación y realización de milagros, uno de los últimos fue resucitar a un hombre llamado Lázaro de entre los muertos. Jesús ya no es un secreto para las autoridades que quieren matarlo, o en este caso, las multitudes que quieren coronarlo. El día que Jesús entra en Jerusalén, Él está cumpliendo una profecía que había sido dada por Zacarías 500 años antes. La profecía hablaba de la llegada del rey de Israel que entraría humildemente a Jerusalén montado en un burro (Zacarías 9:9).

 La ironía es difícil de pasar por alto. Un rey debería estar montado en un caballo, no en un burro. Un rey debe venir con poder, no de manera moderada y humilde. En esto, vemos que Jesús es un rey diferente. No es en absoluto lo que la gente esperaba.

 Aun así, iban “delante de él”, poniendo ramas de palma delante de Él, gritando: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 21:9).

 La palabra “Hosanna” significa “salva ahora” o “por favor, sálvanos”. Las multitudes repetían un salmo (118:25-26) que creían que se estaba cumpliendo ante sus propios ojos. Lo significativo del texto que estamos viendo hoy no es tanto la respuesta de la multitud a Jesús, sino la respuesta de Jesús a la multitud: Él recibió su veneración y adoración.

Preguntas

1. A veces Dios no opera de una manera que entendamos. ¿Estás confiando en el Señor en las circunstancias de la vida, incluso cuando nada parece tener sentido?

2. ¿Por qué crees que era tan fácil para los fariseos frustrarse con Jesús?

3. Piense y enumere de tres a cinco razones por las que Jesús es digno de su adoración.

Oración

“Padre, ayúdame a adorarte como mereces ser adorado. Eres digno, y alabo tu nombre. Gracias por ir a Jerusalén ese día sabiendo perfectamente lo que te esperaba. Gracias por dar tu vida por mis pecados y resucitar para darme victoria y esperanza en la vida y en la muerte. Que en cada instante de mi vida yo sea como las multitudes ese día de Pascua dándote toda la gloria y adoración solamente a ti. Amén.”

Juan 20

Juan 20

La resurrección
(Mt. 28.1-10; Mr. 16.1-8; Lc. 24.1-12)

1  El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.

Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.

Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro.

Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.

Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.

Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,

y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.

Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos.

10 Y volvieron los discípulos a los suyos.

Jesús se aparece a María Magdalena
(Mr. 16.9-11)

11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;

12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.

13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.

14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.

15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.

16 Jesús le dijo: !!María! Volviéndose ella, le dijo: !!Raboni! (que quiere decir, Maestro).

17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.

18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.

Jesús se aparece a los discípulos
(Mt. 28.16-20; Mr. 16.14-18; Lc. 24.36-49)

19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.

20 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.

21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.

22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.

23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.

Incredulidad de Tomás

24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.

25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.

27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.

28 Entonces Tomás respondió y le dijo: !!Señor mío, y Dios mío!

29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

El propósito del libro

30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.

31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Juan 19:38-42

Juan 19:38-42

Jesús es sepultado
(Mt. 27.57-61; Mr. 15.42-47; Lc. 23.50-56)

38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.

39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.

40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos.

41 Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno.

42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Juan 19:1-37

Juan 19:1-37

1  Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó.

Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura;

y le decían: !!Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas.

Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él.

Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: !!He aquí el hombre!

Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: !!Crucifícale! !!Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él.

Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios.

Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo.

Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta.

10 Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?

11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.

12 Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone.

13 Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata.

14 Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: !!He aquí vuestro Rey!

15 Pero ellos gritaron: !!Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César.

16 Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron.

Crucifixión y muerte de Jesús
(Mt. 27.32-50; Mr. 15.21-37; Lc. 23.26-49)

17 Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota;

18 y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.

19 Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.

20 Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.

21 Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos.

22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.

23 Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.

24 Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice:
    Repartieron entre sí mis vestidos,
    Y sobre mi ropa echaron suertes. m Y así lo hicieron los soldados.

25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.

26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.

27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed.

29 Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.

30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

El costado de Jesús traspasado

31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.

32 Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él.

33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.

34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.

35 Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis.

36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo.

37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Juan 13:21-35

Juan 13:21-35

Jesús anuncia la traición de Judas
(Mt. 26.20-25; Mr. 14.17-21; Lc. 22.21-23)

21 Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.

22 Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba.

23 Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús.

24 A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba.

25 El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?

26 Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón.

27 Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.

28 Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto.

29 Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres.

30 Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche.

El nuevo mandamiento

31 Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él.

32 Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará.

33 Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir.

34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.

35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.