30 de abril de 2020

El Salmo 23 es uno de los capítulos bíblicos más conocidos y queridos. Su contenido nos inspira a reconocer la gracia y la guía de Dios en tiempos de confusión y dificultad. Las Escrituras contenidas en el interior son un poderoso recordatorio de que tenemos un Dios amoroso que viaja junto a nosotros mientras navegamos por los altibajos de la vida.

Antes de que David se convirtiera en rey de Israel, era pastor. Él cuidó y protegió los rebaños de ovejas, y escribió este salmo describiendo a Dios como un pastor y al pueblo de Dios como su rebaño.  A través de esta hermosa metáfora, el Salmo 23 nos da ideas invaluables sobre el carácter de Dios y Su plan para sus hijos.

  • Dios es nuestro proveedor y nuestro cuidador (v. 1-2)
  • Dios se preocupa por nosotros espiritualmente (v. 3)
  • Dios es nuestro protector y su presencia nos acompaña (v. 4)
  • Dios nos bendice (v. 5-6)

Oremos este salmo hoy y encontremos descanso y seguridad al saber que el bien y la misericordia de Dios nos perseguirán todos los días de nuestra vida, hasta que finalmente nos encontremos morando en la eternidad con Él.

Salmos 23

Jehová es mi pastor
Salmo de David.

1  Jehová es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Amado Padre,

Gracias por ser mi Buen Pastor al que puedo confiar mi vida.

Por cuidarme todos los días, gracias.

Por darme descanso, gracias.

Por restaurar mi alma, gracias.

Por guiarme, incluso en los valles más difíciles, gracias.

Por infundirme aliento, gracias.

Por tu protección y provisión, gracias.

Por darme de tu paz, gracias.

Por tu bondad y misericordia, gracias.

Por darme la esperanza de una vida eterna contigo por medio de Jesucristo, gracias.

Amén.

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