9 de mayo de 2020

El Salmo 38 es un salmo de confesión, arrepentimiento y petición. ¡David describe la tristeza, el dolor y el sufrimiento que está experimentando como resultado de sus pecados. Ha sido abatido por la convicción sobre sus iniquidades, y sus enemigos quieren aprovecharse de ese momento.

A pesar de su sufrimiento y tristeza, David continúa depositando su esperanza y confianza en el Señor, seguro de que Él lo salvará de sus enemigos. Él confiesa su pecado y se aleja de él en arrepentimiento (v.18), y luego clama al Señor por su liberación de aquellos que buscan su caída.

¡Este salmo demostró que, incluso en medio de nuestra propia propensión al pecado y a no alcanzar la gloria de Dios, no estamos fuera del alcance de la gracia y la compasión del Padre! ¡David conocía bien las riquezas en misericordia de Dios, y por eso fue capaz de clamarle perdón y liberación a pesar del peso de la convicción que sentía! Podemos hacer lo mismo hoy.

Salmos 38

Oración de un penitente
Salmo de David, para recordar.

1 Jehová, no me reprendas en tu furor,
    Ni me castigues en tu ira.

Porque tus saetas cayeron sobre mí,
Y sobre mí ha descendido tu mano.

Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;
Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.

Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;
Como carga pesada se han agravado sobre mí.

Hieden y supuran mis llagas,
A causa de mi locura.

Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera,
Ando enlutado todo el día.

Porque mis lomos están llenos de ardor,
Y nada hay sano en mi carne.

Estoy debilitado y molido en gran manera;
Gimo a causa de la conmoción de mi corazón.

Señor, delante de ti están todos mis deseos,
Y mi suspiro no te es oculto.

10 Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor,
Y aun la luz de mis ojos me falta ya.

11 Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga,
Y mis cercanos se han alejado.

12 Los que buscan mi vida arman lazos,
Y los que procuran mi mal hablan iniquidades,
Y meditan fraudes todo el día.

13 Mas yo, como si fuera sordo, no oigo;
Y soy como mudo que no abre la boca.

14 Soy, pues, como un hombre que no oye,
Y en cuya boca no hay reprensiones.

15 Porque en ti, oh Jehová, he esperado;
Tú responderás, Jehová Dios mío.

16 Dije: No se alegren de mí;
Cuando mi pie resbale, no se engrandezcan sobre mí.

17 Pero yo estoy a punto de caer,
Y mi dolor está delante de mí continuamente.

18 Por tanto, confesaré mi maldad,
Y me contristaré por mi pecado.

19 Porque mis enemigos están vivos y fuertes,
Y se han aumentado los que me aborrecen sin causa.

20 Los que pagan mal por bien
Me son contrarios, por seguir yo lo bueno.

21 No me desampares, oh Jehová;
Dios mío, no te alejes de mí.

22 Apresúrate a ayudarme,
Oh Señor, mi salvación.

Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Oración

Padre celestial, gracias por perdonar mis iniquidades y arrojarlas a lo profundo del mar y no acordarte mas de ellas. Gracias porque a través de tu Hijo Jesucristo tú me rescatas y me redimes.  Hoy yo oro, para que, como David, me lleves a una convicción profundamente arraigada cada vez que peco contra ti, ¡y que tu convicción me lleve a un arrepentimiento y restauración rápidos! Ayúdame a no huir de ti cuando me rebele, escondiéndome con miedo y vergüenza, sino a correr hacia ti en busca de tu gracia, sabiendo que encontraré tu compasión. En el nombre de Jesús, amén.

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