23 de abril de 2020

Estamos tomando 21 días como iglesia para enfocarnos en la oración. Durante este tiempo, vamos a crecer en la oración alimentándonos del libro de alabanzas del pueblo de Dios, los Salmos. Te invitamos a que leamos y meditemos en el salmo cada día y luego, en respuesta, oremos ese salmo cada uno en sus propias palabras. Al final de cada devocional encontrarás un modelo de como orar el salmo.  El propósito de este tiempo es que todos crezcamos en nuestra vida de oración y ajustemos nuestro ritmo al latir del corazón del Señor.

En el Salmo 8, el salmista David habla de la gloria de Dios y reconoce Su grandeza en toda la tierra. El salmista luego nos afirma que Dios usa cosas débiles para mostrar su gloria y fortaleza. 1 Corintios 1:27 es un ejemplo de esta verdad: “Pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos.” David luego se detiene a mirar una de las maravillas del Señor ¡los cielos! ¿Cuánto hace que no te detienes a considerar la majestuosidad de los cielos? ¿Sabías que, a simple vista, se pueden ver unas 5.000 estrellas? Con un telescopio de cuatro pulgadas, se pueden ver alrededor de 2 millones de estrellas. Con uno de 200 pulgadas de un gran observatorio, se pueden ver más de mil millones de estrellas. Considerar los cielos nos hace ver la grandeza de Dios. El considerar la gran magnitud de los cielos también hizo que David considerara la relativa pequeñez e insignificancia del hombre. ¿Por qué un Dios tan grandioso sería consciente de seres tan pequeños como nosotros? El salmista se llena de asombro al reconocer que el Padre de los cielos, Creador de todo, no solo se fija en el hombre, sino que le da el privilegio de administrar la obra de Sus manos. Tomemos un tiempo hoy para reflexionar sobre esta gran responsabilidad y alegrémonos exclamando, al igual que David: Oh Señor, Soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!

Salmos 8

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de David.

Oh Señor, Soberano nuestro,
    ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!
    ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!

Por causa de tus adversarios
    has hecho que brote la alabanza
de labios de los pequeñitos y de los niños de pecho,
    para silenciar al enemigo y al rebelde.

Cuando contemplo tus cielos,
    obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que allí fijaste,
me pregunto:
    «¿Qué es el hombre, para que en él pienses?
    ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?»
Pues lo hiciste poco menos que Dios,
    y lo coronaste de gloria y de honra:
lo entronizaste sobre la obra de tus manos,
    todo lo sometiste a su dominio;
todas las ovejas, todos los bueyes,
    todos los animales del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
    y todo lo que surca los senderos del mar.

Oh Señor, Soberano nuestro,
    ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!

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Oración

¡Alabado seas Dios, el Divino Creador! Eres Adonai, el Maestro del universo. Eres Abba, mi amado Padre. ¡Tú eres Yahweh, el Señor siempre presente, ¡el gran YO SOY! Me hiciste a Tu imagen y me confiaste el mundo, el trabajo de Tus manos divinas. ¡Qué grande eres! ¡Toda la tierra está llena de tu gloria! Amén.

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