Mayo 15 2020
¿Alguna vez Dios puso una carga en tu corazón por algo y te encontraste sin saber qué hacer porque carecías del poder y los recursos para realizar algo al respecto?
Nehemías era un israelita que vivía en el exilio en una tierra extranjera. Se lamentó por su gente y su patria que estaba en desorden total a más de 1500 millas de distancia. Sin embargo, Dios había puesto una carga y un plan en el corazón de Nehemías (2:12) para ayudar a su pueblo y reconstruir el muro alrededor de Jerusalén. Dios incluso proporcionaría los medios para hacer el trabajo moviéndose en el corazón de un rey aparentemente bueno pero pagano. Artajerjes era sensible a las preocupaciones de Nehemías y le dio el permiso y la autoridad para atender las necesidades espirituales y civiles de su pueblo en la lejana provincia.
Pero incluso con el permiso y la autoridad del rey Artajerjes, a Nehemías todavía se le oponía gente que no apreciaba el trabajo que él estaba llamado a hacer. Incluso cuando Dios nos llama a hacer algo, podemos esperar que tengamos oposición.
Nehemías 1 y 2
En aquel tiempo yo era copero del rey.
Informe de Jerusalén
Nehemías ora por su pueblo
1 Estas son las palabras de Nehemías hijo de Jacalías:
En el mes de quisleu del año veinte, estando yo en la ciudadela de Susa, 2 llegó Jananí, uno de mis hermanos, junto con algunos hombres de Judá. Entonces les pregunté por el resto de los judíos que se habían librado del destierro, y por Jerusalén. 3 Ellos me respondieron: «Los que se libraron del destierro y se quedaron en la provincia están enfrentando una gran calamidad y humillación. La muralla de Jerusalén sigue derribada, con sus puertas consumidas por el fuego».
La oración de Nehemías
4 Al escuchar esto, me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo. 5 Le dije: «Señor, Dios del cielo, grande y temible, que cumples el pacto y eres fiel con los que te aman y obedecen tus mandamientos, 6 te suplico que me prestes atención, que fijes tus ojos en este siervo tuyo que día y noche ora en favor de tu pueblo Israel. Confieso que los israelitas, entre los cuales estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti. 7 Te hemos ofendido y nos hemos corrompido mucho; hemos desobedecido los mandamientos, preceptos y decretos que tú mismo diste a tu siervo Moisés. 8 Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si ustedes pecan, yo los dispersaré entre las naciones: 9 pero, si se vuelven a mí, y obedecen y ponen en práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados al lugar más apartado del mundo los recogeré y los haré volver al lugar donde he decidido habitar”. 10 Ellos son tus siervos y tu pueblo al cual redimiste con gran despliegue de fuerza y poder. 11 Señor, te suplico que escuches nuestra oración, pues somos tus siervos y nos complacemos en honrar tu nombre. Y te pido que a este siervo tuyo le concedas tener éxito y ganarse el favor del rey».
En aquel tiempo yo era copero del rey.
Nehemías vuelve a Jerusalén
2 Un día, en el mes de nisán del año veinte del reinado de Artajerjes, al ofrecerle vino al rey, como él nunca antes me había visto triste, 2 me preguntó: —¿Por qué estás triste? No me parece que estés enfermo, así que debe haber algo que te está causando dolor. Yo sentí mucho miedo 3 y le respondí: —¡Que viva Su Majestad para siempre! ¿Cómo no he de estar triste, si la ciudad donde están los sepulcros de mis padres se halla en ruinas, con sus puertas consumidas por el fuego? 4 —¿Qué quieres que haga? —replicó el rey. Encomendándome al Dios del cielo, 5 le respondí: —Si a Su Majestad le parece bien, y si este siervo suyo es digno de su favor, le ruego que me envíe a Judá para reedificar la ciudad donde están los sepulcros de mis padres. 6 —¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo regresarás? —me preguntó el rey, que tenía a la reina sentada a su lado. En cuanto le propuse un plazo, el rey aceptó enviarme. 7 Entonces añadí:—Si a Su Majestad le parece bien, le ruego que envíe cartas a los gobernadores del oeste del río Éufrates para que me den vía libre y yo pueda llegar a Judá; 8 y por favor ordene a su guardabosques Asaf que me dé madera para reparar las puertas de la ciudadela del templo, la muralla de la ciudad y la casa donde he de vivir. El rey accedió a mi petición, porque Dios estaba actuando a mi favor. 9 Cuando me presenté ante los gobernadores del oeste del río Éufrates, les entregué las cartas del rey. Además el rey había ordenado que me escoltaran su caballería y sus capitanes. 10 Pero, al oír que alguien había llegado a ayudar a los israelitas, Sambalat el horonita y Tobías el siervo amonita se disgustaron mucho.
Nehemías inspecciona la muralla
11 Tres días después de haber llegado a Jerusalén, 12 salí de noche acompañado de algunos hombres, pero a ninguno de ellos le conté lo que mi Dios me había motivado hacer por Jerusalén. La única bestia que llevábamos era la que yo montaba. 13 Esa noche salí por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y la puerta del Basurero. Inspeccioné las ruinas de la muralla de Jerusalén, y sus puertas consumidas por el fuego. 14 Después me dirigí hacia la puerta de la Fuente y el estanque del Rey, pero no hallé por dónde pasar con mi cabalgadura. 15 Así que, siendo aún de noche, subí por el arroyo mientras inspeccionaba la muralla. Finalmente regresé y entré por la puerta del Valle. 16 Los gobernadores no supieron a dónde fui ni qué hice, porque hasta entonces no había dicho nada a ningún judío: ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a los gobernadores ni a los que estaban trabajando en la obra.
17 Por eso les dije: —Ustedes son testigos de nuestra desgracia. Jerusalén está en ruinas, y sus puertas han sido consumidas por el fuego. ¡Vamos, anímense! ¡Reconstruyamos la muralla de Jerusalén para que ya nadie se burle de nosotros! 18 Entonces les conté cómo la bondadosa mano de Dios había estado conmigo y les relaté lo que el rey me había dicho. Al oír esto, exclamaron: —¡Manos a la obra! Y unieron la acción a la palabra. 19 Cuando lo supieron, Sambalat el horonita, Tobías el oficial amonita y Guesén el árabe se burlaron de nosotros y nos preguntaron de manera despectiva: —Pero ¿qué están haciendo? ¿Acaso pretenden rebelarse contra el rey? 20 Yo les contesté: —El Dios del cielo nos concederá salir adelante. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción. Ustedes no tienen arte ni parte en este asunto, ni raigambre en Jerusalén.
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
¿Estás enfrentando algo y sientes que te falta el conocimiento o los recursos para hacerlo?
¿Te mantiene despierto por la noche e incluso te roba la alegría?Si es realmente algo que Dios ha puesto en tu corazón como a Nehemías, entonces pídele a Dios que te fortalezca y para que confíes en que Él te proporcionará los medios para satisfacer la necesidad y cumplirla. E incluso cuando personas aparentemente bien intencionadas puedan oponerse, no te desvíes ni te desilusiones. Sigue el ejemplo de Nehemías al mantener el rumbo y permanecer “orando ante el Dios del cielo” (1: 4).
Mayo 15 2020
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