Jesús, Cordero de Dios

Autor: Adam Pemberton

Mateo 27:1-61

Jesús ante Pilato

(Mr. 15.1; Lc. 23.1-2; Jn. 18.28-32)

27 Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte. Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.

Muerte de Judas

Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre. Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; 10 y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.

Pilato interroga a Jesús
(Mr. 15.2-5; Lc. 23.3-5; Jn. 18.33-38)

11 Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y este le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. 12 Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. 13 Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14 Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.

Jesús sentenciado a muerte
(Mr. 15.6-20; Lc. 23.13-25; Jn. 18.38—19.16)

15 Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. 16 Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. 17 Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? 18 Porque sabía que por envidia le habían entregado. 19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. 20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. 21 Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. 22 Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! 23 Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!

24 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. 25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. 26 Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.

27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; 28 y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, 29 y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30 Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. 31 Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.

Crucifixión y muerte de Jesús
(Mr. 15.21-41; Lc. 23.26-49; Jn. 19.17-30)

32 Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a este obligaron a que llevase la cruz. 33 Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, 34 le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. 35 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. 36 Y sentados le guardaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. 38 Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 39 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, 40 y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 41 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: 42 A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. 43 Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44 Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.

45 Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47 Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama este. 48 Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49 Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50 Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; 52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. 54 El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente este era Hijo de Dios.

55 Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, 56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Jesús es sepultado
(Mr. 15.42-47; Lc. 23.50-56; Jn. 19.38-42)

57 Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. 58 Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. 59 Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, 60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. 61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.orgunitedbiblesocieties.orgvivelabiblia.comunitedbiblesocieties.org/es/casa/www.rvr60.bible

Tetelestai – ¡Todo se ha cumplido!

Hoy marca el día más oscuro en la historia humana. Unos días atrás experimentamos a una multitud ovacionando y exclamando “¡Hosanna en las alturas!” Ahora, esas mismas personas han condenado “¡Hosanna en las alturas!” a la cruz.

¿Cómo puede ser ‘santo’ este día (Viernes Santo)? ¿Qué hay de ‘santo’ en una muerte así? Ponte en los zapatos de los discípulos. Mira cómo se burlan de tu Señor y Salvador, mira cómo lo golpean y lo clavan en una cruz mientras los soldados dividen con frialdad sus vestiduras.

Considera esta escena desde la perspectiva de Jesús: “Eli, Eli, ¿lama sabactani?” (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). El mundo está en tu contra, e incluso has sido separado de la comunión con Dios mismo. Estás solo, golpeado, burlado y crucificado sin haber hecho nada malo. ¿Cómo puede ser esto ‘santo’?

Al leer y reflexionar en este día tan lleno de recuerdos dolorosos, debemos preguntarnos: ¿Quién digo que es Jesús?

No quien es para tus padres, no quien es para tu familia de iglesia, no quien es para tu pastor. ¿Quién es Jesús para ti?

En este día oscuro, ¿crees que Jesús es quien dice ser? Cuando la esperanza parece perdida, cuando todo parece estar fuera de control, cuando te sientes solo, abandonado o lejos de Dios, ¿en quién pones tu confianza? ¿Tu esperanza?

En un día destinado a la desesperación, Dios lo transformó en liberación.

Nunca antes se ha perdido y ganado tanto al mismo tiempo como en la crucifixión de Jesús. Esa cruz fue la razón por la que el Hijo de Dios vino, se dio en sacrificio, ocupó nuestro lugar y pagó una deuda que nos correspondía a nosotros pagar. Fue la presencia de Jesús en la cruz, no su capacidad para bajar de ella, lo que demostraría su divinidad.

Vemos en nuestro texto de hoy que el relato de Mateo de la crucifixión de Jesús describe vívidamente el cumplimiento de la profecía y la profundidad del amor de Cristo. Como los corderos sacrificiales de antaño, Jesús es llevado al matadero, llevando el peso de nuestras transgresiones sobre sus hombros. Él se somete voluntariamente a la agonía de la cruz, sus manos y pies perforados por nuestra redención, el verdadero Cordero de Dios.

El Viernes Santo nos invita a reflexionar sobre el amor sacrificado de nuestro Salvador, el Cordero de Dios. A través de su muerte en la cruz, Jesús se convierte en la expiación definitiva por nuestros pecados, reconciliándonos con Dios y ofreciendo el regalo de la vida eterna. Que este día sea un recordatorio solemne de la magnitud del sacrificio de Cristo y la profundidad insondable de su amor por nosotros. ¡Qué alegría podemos tener hoy en Jesús – Tetelestai, ¡consumado es!

¿Quién es Jesús? ¿De qué te ha librado Jesús? ¿Cómo puedes demostrar eso con tu vida?

3 thoughts on “Día Seis | Semana Santa 2024

  1. Jesús podía bajarse de esa cruz, pero no lo hizo por amor, había un precio que pagar por ti y por mi. El es Jesús, cordero de Dios, el Hijo de Dios, MI SALVADOR.

  2. Que impresionante la actitud de Jesús que cumplió cada detalla de su propósito en la tierra. Gracias Jesús por perdonar mis pecados y pagar el precio por mi.

  3. Su crucifixión marcó el amor hacia nosotros los humanos para que fuéramos redimidos de nuestra culpa. Ese día hubo un cambio en la historia porque Jesús tomó nuestro lugar. Es increíble que miles años después el poder de Jesús sigue siendo el mismo. Cuando como pecadores venimos a Él, arrepentidos de nuestras faltas, Su poder nos perdona para que haya una transformación en nuestra vida. Ese acto de gracia nos libera de cualquier pecado.

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