Junio 9 2020
Proverbios 23 continúa con los 30 “consejos” o “dichos” de los sabios que se iniciaron en el capítulo 22. Exhortan al lector a desconfiar de los ricos y tacaños, a temer al Señor, a hacer el bien a los menos afortunados, a disciplinar a sus hijos, a perseguir diligentemente la sabiduría y honrar a sus padres. Advierte contra los peligros de la embriaguez y la gula, del adulterio y de la naturaleza fugaz de las riquezas. ¡Estos son dichos intensamente prácticos que deberían guiar la vida del pueblo de Dios!
En los versículos 17-18, el autor insta al lector a no envidiar a los pecadores sino más bien, a mostrarse siempre celoso en el temor del Señor porque de esta manera podrá contar con una esperanza futura, la cual no será destruida. Esta es una imagen clara de la idea de que hay una gran recompensa al temer al Señor y vivir de acuerdo con Su sabiduría, ¡mientras que hay una gran ruina y destrucción al no hacerlo!
¡El valor de la sabiduría y la recompensa que existe al vivir sabiamente es un tema repetido en todo el libro de Proverbios, y en este capítulo se nos recuerda que no es un esfuerzo fácil! Debemos vivir con determinación y disciplina para obtener la verdadera sabiduría. Se necesita un gran esfuerzo de nuestra parte, y una gran cantidad de gracia de nuestro Dios, para alcanzar la sabiduría que Él ofrece.
¡Podemos estar seguros de que valdrá la pena el esfuerzo!
Proverbios 23
23 Cuando te sientes a comer con algún señor,
Considera bien lo que está delante de ti,
2 Y pon cuchillo a tu garganta,
Si tienes gran apetito.
3 No codicies sus manjares delicados,
Porque es pan engañoso.
4 No te afanes por hacerte rico;
Sé prudente, y desiste.
5 ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas?
Porque se harán alas
Como alas de águila, y volarán al cielo.
6 No comas pan con el avaro,
Ni codicies sus manjares;
7 Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Come y bebe, te dirá;
Mas su corazón no está contigo.
8 Vomitarás la parte que comiste,
Y perderás tus suaves palabras.
9 No hables a oídos del necio,
Porque menospreciará la prudencia de tus razones.
10 No traspases el lindero antiguo,
Ni entres en la heredad de los huérfanos;
11 Porque el defensor de ellos es el Fuerte,
El cual juzgará la causa de ellos contra ti.
12 Aplica tu corazón a la enseñanza,
Y tus oídos a las palabras de sabiduría.
13 No rehúses corregir al muchacho;
Porque si lo castigas con vara, no morirá.
14 Lo castigarás con vara,
Y librarás su alma del Seol.
15 Hijo mío, si tu corazón fuere sabio,
También a mí se me alegrará el corazón;
16 Mis entrañas también se alegrarán
Cuando tus labios hablaren cosas rectas.
17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores,
Antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo;
18 Porque ciertamente hay fin,
Y tu esperanza no será cortada.
19 Oye, hijo mío, y sé sabio,
Y endereza tu corazón al camino.
20 No estés con los bebedores de vino,
Ni con los comedores de carne;
21 Porque el bebedor y el comilón empobrecerán,
Y el sueño hará vestir vestidos rotos.
22 Oye a tu padre, a aquel que te engendró;
Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
23 Compra la verdad, y no la vendas;
La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.
24 Mucho se alegrará el padre del justo,
Y el que engendra sabio se gozará con él.
25 Alégrense tu padre y tu madre,
Y gócese la que te dio a luz.
26 Dame, hijo mío, tu corazón,
Y miren tus ojos por mis caminos.
27 Porque abismo profundo es la ramera,
Y pozo angosto la extraña.
28 También ella, como robador, acecha,
Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
29 ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas?
¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde?
¿Para quién lo amoratado de los ojos?
30 Para los que se detienen mucho en el vino,
Para los que van buscando la mistura.
31 No mires al vino cuando rojea,
Cuando resplandece su color en la copa.
Se entra suavemente;
32 Mas al fin como serpiente morderá,
Y como áspid dará dolor.
33 Tus ojos mirarán cosas extrañas,
Y tu corazón hablará perversidades.
34 Serás como el que yace en medio del mar,
O como el que está en la punta de un mastelero.
35 Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió;
Me azotaron, mas no lo sentí;
Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
Pregunta de discusión familiar
– ¿Cómo el versículo 12, junto con los versículos 17 y 18, les alientan a buscar la sabiduría con diligencia y determinación?
Junio 9 2020