Jesús, el Mesías/Cristo
Autor: Abigail O’Neel
Mateo 26:6-16
Jesús es ungido en Betania
(Mr. 14.3-9; Jn. 12.1-8)
6 Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. 8 Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? 9 Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. 11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. 13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella.
Judas ofrece entregar a Jesús
(Mr. 14.10-11; Lc. 22.3-6)
14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. 16 Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible
El gesto de María fue costoso. Mateo no deja lugar a dudas al describir el frasco como un “vaso de alabastro de perfume muy caro” (v.7). Juan nos dice que el perfume no solo era caro, sino que valía un año de salario (Juan 12:5, NVI). ¿Fueron sus acciones derrochadoras? En el momento, tal vez lo habría pensado así. Como los discípulos, soy prudente, ingeniosa y lógica.
Pero “¿Es posible desperdiciar algo cuando se le entrega a Jesús? ¡Más bien parecería que todo se desperdiciaría si no se lo entregamos a Él!”[1] El gesto de María no fue derrochador; fue una devoción extravagante y costosa, y tuvo un profundo significado.
El perfume derramado sobre la cabeza de Cristo fue simbólico. A lo largo de la Escritura, el aceite de unción “simbolizaba el agua de vida y el espíritu de Dios combinados” y se “usaba para marcar a una persona o un lugar como un puente entre el Cielo y la Tierra.[2]
Después de despertar Jacob de un sueño divino en el desierto, donde vio una escalera que llegaba al cielo desde la tierra, exclamó: “¡Qué asombroso es este lugar! ¡Este no es otro que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo!” Luego tomó la piedra que estaba debajo de su cabeza mientras dormía y derramó aceite sobre ella (Génesis 28:10-19). El cielo se encontró con Jacob en la Tierra.
Después de completar el Tabernáculo, el pueblo de Dios ungió la tienda con aceite, reconociendo el Tabernáculo como el puente entre el pueblo de Dios (en la Tierra) y Dios mismo (en el Cielo).
Sacerdotes y reyes que mediaban la relación entre los israelitas (Tierra) y Dios (Cielo) eran ungidos con aceite para marcarlos como líderes divinamente ordenados ante Dios.
Ahora, María unge a Jesús con un perfume que vale un año de salario. Al hacerlo, lo reconoce como aquel en el que el Cielo se encuentra con la Tierra, lo adora porque es santo y apartado, y lo honra como el mediador que pronto cerraría completamente y para siempre la brecha entre ella y un Dios justo y santo.
La decisión de María fue costosa, pero ciertamente no fue derrochadora porque ella sabía quién estaba sentado a la mesa. Este hombre era el Cristo—un título derivado de la palabra griega χριστός (chrīstós) que significa “ungido”—y el Mesías—una designación tomada de la palabra hebrea מָשִׁיחַ, que significa “ungido”. María simplemente estaba ungiendo al Ungido.
¿Cómo nuestras inclinaciones hacia la practicidad a veces pueden obstaculizar nuestra capacidad para expresar un amor extravagante por Jesús?
Considera el valor de la decisión de María de ungir a Jesús con un perfume cuyo costo ascendía a un año de salario. ¿Cómo nos desafía su devoción extravagante a reevaluar nuestras propias prioridades y compromisos al seguir a Jesús de todo corazón?
[1] Charles Spurgeon desafió a la congregación del Metropolitan Tabernacle con estas palabras el 26 de enero de 1890. ¡Que él haga lo mismo por nosotros hoy!
[2] Video del Proyecto de la Biblia
Muchas veces damos por sentado todas las bendiciones que recibimos de Dios porque nos acostumbramos a tener las cosas o a ver las cosas desde nuestra perspectiva humana. Es solo por la gracia de Dios y epor medio de Jesùs que recibinos todo incluyendo el más preciado regalo de Vida Eterna. Todo proviene de Él y para Él. No escatimemos en mostrar nuestra reverencia y adoración al Señor de Señores!
Definitivamente Jesús es merecedor de TODO nuestro amor ya que Él nos amo primero! La mujer del vaso de alabastro es un gran ejemplo de amor por Jesús a cada uno de nosotros.
Considero que el Devocional del Dia Cuatro debe animarnos a ser introspectivos para saber qué cosas de sumo valor en nosotros hemos ‘derramado’ sobre Jesús que podamos considerarlas ‘devoción o amor extravagante’ para nuestro Señor Jesucristo.
Jesús es merecedor de toda nuestra obediencia y amor porque su Amor fue más valioso! Hacia nosotros