Día Ocho | Semana Santa 2024

Jesús, Nombre Sobre Todo Nombre

Autor: Durrell Comedy

Mateo 28:1-20

La resurrección
(Mr. 16.1-8; Lc. 24.1-12; Jn. 20.1-10)

28 Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.

El informe de la guardia

11 Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. 12 Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, 13 diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. 14 Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. 15 Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.

La gran comisión
(Mr. 16.14-18; Lc. 24.36-49; Jn. 20.19-23)

16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. 18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.orgunitedbiblesocieties.orgvivelabiblia.comunitedbiblesocieties.org/es/casa/www.rvr60.bible

Siempre me han fascinado los nombres y hago mi mejor esfuerzo para recordarlos, escribirlos y pronunciarlos correctamente. Un nombre es la identidad de alguien. No puedes evitar pensar que cuando los padres le dan un nombre a su bebé, hay intención y motivo detrás de ello; de alguna manera, nombrar a un niño es, me atrevo a decir, una forma de profecía, hablando su destino a la existencia. El significado de mi nombre, Durell, proviene de un nombre francés “Dureau” que significa “fuerte”. No estoy seguro de si mis padres sabían siquiera que estaban hablando “fortaleza” sobre mi futuro. Pero ¿puedes imaginar cómo se sintió José cuando escuchó del ángel, Gabriel, en Mateo 1:21 que María daría a luz a un hijo y “…le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”? ¿En ese momento, realmente sabía que Jesús sería un salvador?

Sin embargo, aquí estamos en nuestra última reflexión de Semana Santa, leyendo sobre un evento que cambió el curso de la historia. Y de todo lo que hemos leído durante los últimos 7 días, permíteme destacar una cosa: El nombre de Jesús provoca e incluso exige una respuesta. Cuando las personas escuchan Su nombre, como los discípulos en el v.17, algunos lo exaltarán, otros se burlarán, algunos se arrepentirán de sus pecados y otros adorarán Su nombre. Pero llegará un día en que se cumplirá Filipenses 2:9-11:

“Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”

Esta Semana Santa hemos descubierto que Jesús es: Rey de Sion, Hijo de David, Hijo del Hombre, Mesías, Hombre de Dolores, Cordero de Dios, Amigo de los Pecadores. Sin embargo, la suma de todos esos títulos llega al Nombre Sobre Todo Nombre. Y lo mejor de todo esto es: para quienes reconocen a Jesús y se rinden a Él, Su nombre se convierte en su nueva identidad. 2 Corintios 5:21 dice “Al que no cometió pecado alguno, por NOSOTROS Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.”

Espero que al reflexionar sobre los nombres y títulos de Jesús, y lo que cada uno de ellos lleva implícito, su corazón se llene de gratitud y alabanza, cantando “¡Aleluya, que cada voz proclame que no hay nombre más alto!”Ahora que sabe que su identidad se encuentra en el nombre de Jesús, ¿Cómo piensa honrar su identidad como seguidor de Cristo? ¿Qué aspecto de su vida necesita ser cambiado para que pueda mostrar el carácter de Jesús?

Día Siete | Semana Santa 2024

Jesús, Amigo de Pecadores y Afligidos

Autor: Lauren Lee

Mateo 27:62-66

La guardia ante la tumba

62 Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, 63 diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. 64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. 65 Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. 66 Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.orgunitedbiblesocieties.orgvivelabiblia.comunitedbiblesocieties.org/es/casa/www.rvr60.bible

Lo interesante de este pasaje es que los fariseos estaban tan ansiosos por deshacerse de Jesús, pero recordaron exactamente lo que él dijo. De hecho, recordaron las palabras de Jesús mejor que sus propios discípulos. Mientras Pedro, Juan y todos los discípulos huían, los fariseos —los mismos que se burlaron de Jesús y lucharon por su muerte— recordaron que Jesús dijo que resucitaría. ¿Y cuál fue su respuesta después de recordar estas palabras? Se aseguraron de que la tumba estuviera custodiada. ¿Por qué? Porque recordaron lo que Jesús dijo, y tal vez —solo tal vez— una pequeña parte de ellos pensó que podría ser cierto. Temían al poder de Dios para resucitar a Jesús de entre los muertos. Así que respondieron.

Ahora, ¿qué pasa con los discípulos? ¿Los que Jesús llamó amigos y quienes caminaron más cerca de él? ¿Se acordaron? Es posible que lo hicieran, pero quizás perdieron la fe. O es posible que estuvieran tan heridos, tan afligidos, tan llenos de dolor, con tanto miedo por sus propias vidas, tan desesperados, que olvidaron. Olvidaron que Dios cumple sus promesas y que siempre ha sido fiel, y siempre lo será. Olvidaron que Jesús es su amigo. Olvidaron que incluso en su sufrimiento, él está allí. ¡Si tan solo recordaran!

Nuestra respuesta a los tiempos de oscuridad revela lo que recordamos sobre las palabras de Dios y lo que creemos sobre Su naturaleza. Los discípulos respondieron con miedo. Y no podemos culparlos, ¿verdad? Sabemos cómo es vivir en tiempos de oscuridad. Sabemos cómo es sentirnos desesperados y pensar que las cosas nunca van a mejorar. Y tal vez, incluso, sabemos cómo es sentir el silencio de Dios. Si es así, te aseguro que no estás solo.

Job sintió el silencio de Dios en medio de su inmenso sufrimiento.

Los israelitas se sentaron en silencio mientras esperaban en el Exilio Babilónico durante 70 años.

Dios estuvo en silencio durante 400 años antes de que un ángel apareciera a María y le dijera que el Rey llegaría.

Incluso Jesús experimentó el silencio del Padre justo antes de su muerte.

Hace 2,000 años atrás, en un sábado difícil y doloroso, los discípulos se sentaron en un silencio oscuro.

Yo no sé cuánto tiempo ha estado Dios en silencio en tu situación. No sé cuánto tiempo has elevado innumerables oraciones, rogando a Dios por una respuesta. No sé cuánto tiempo has sufrido, pero lo que sí sé es que no estás solo. Sé que Jesús está justo ahí contigo. Sé que él es un amigo en tu momento de necesidad. No estás solo porque Jesús es amigo de los afligidos, él sabe lo que es sufrir. Aunque pueda estar en silencio ahora, aunque la oscuridad parezca haber ganado, aunque parezca que las cosas nunca van a mejorar, recuerda quién es ÉL. Su promesa es segura, y tienes un amigo en Jesús. Así que cobra ánimo porque una cosa es segura: ¡el domingo está por llegar!

¿Qué puedes recordar intencionalmente sobre quién es Jesús? ¿Cómo puede esto reconfortarte en tiempos de sufrimiento?

Día Seis | Semana Santa 2024

Jesús, Cordero de Dios

Autor: Adam Pemberton

Mateo 27:1-61

Jesús ante Pilato

(Mr. 15.1; Lc. 23.1-2; Jn. 18.28-32)

27 Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte. Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.

Muerte de Judas

Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre. Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; 10 y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.

Pilato interroga a Jesús
(Mr. 15.2-5; Lc. 23.3-5; Jn. 18.33-38)

11 Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y este le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. 12 Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. 13 Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14 Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.

Jesús sentenciado a muerte
(Mr. 15.6-20; Lc. 23.13-25; Jn. 18.38—19.16)

15 Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. 16 Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. 17 Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? 18 Porque sabía que por envidia le habían entregado. 19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. 20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. 21 Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. 22 Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! 23 Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!

24 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. 25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. 26 Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.

27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; 28 y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, 29 y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30 Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. 31 Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.

Crucifixión y muerte de Jesús
(Mr. 15.21-41; Lc. 23.26-49; Jn. 19.17-30)

32 Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a este obligaron a que llevase la cruz. 33 Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, 34 le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo. 35 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. 36 Y sentados le guardaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. 38 Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 39 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, 40 y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 41 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: 42 A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. 43 Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44 Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.

45 Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47 Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama este. 48 Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. 49 Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50 Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; 52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. 54 El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente este era Hijo de Dios.

55 Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, 56 entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Jesús es sepultado
(Mr. 15.42-47; Lc. 23.50-56; Jn. 19.38-42)

57 Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. 58 Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. 59 Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, 60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. 61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.

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Tetelestai – ¡Todo se ha cumplido!

Hoy marca el día más oscuro en la historia humana. Unos días atrás experimentamos a una multitud ovacionando y exclamando “¡Hosanna en las alturas!” Ahora, esas mismas personas han condenado “¡Hosanna en las alturas!” a la cruz.

¿Cómo puede ser ‘santo’ este día (Viernes Santo)? ¿Qué hay de ‘santo’ en una muerte así? Ponte en los zapatos de los discípulos. Mira cómo se burlan de tu Señor y Salvador, mira cómo lo golpean y lo clavan en una cruz mientras los soldados dividen con frialdad sus vestiduras.

Considera esta escena desde la perspectiva de Jesús: “Eli, Eli, ¿lama sabactani?” (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). El mundo está en tu contra, e incluso has sido separado de la comunión con Dios mismo. Estás solo, golpeado, burlado y crucificado sin haber hecho nada malo. ¿Cómo puede ser esto ‘santo’?

Al leer y reflexionar en este día tan lleno de recuerdos dolorosos, debemos preguntarnos: ¿Quién digo que es Jesús?

No quien es para tus padres, no quien es para tu familia de iglesia, no quien es para tu pastor. ¿Quién es Jesús para ti?

En este día oscuro, ¿crees que Jesús es quien dice ser? Cuando la esperanza parece perdida, cuando todo parece estar fuera de control, cuando te sientes solo, abandonado o lejos de Dios, ¿en quién pones tu confianza? ¿Tu esperanza?

En un día destinado a la desesperación, Dios lo transformó en liberación.

Nunca antes se ha perdido y ganado tanto al mismo tiempo como en la crucifixión de Jesús. Esa cruz fue la razón por la que el Hijo de Dios vino, se dio en sacrificio, ocupó nuestro lugar y pagó una deuda que nos correspondía a nosotros pagar. Fue la presencia de Jesús en la cruz, no su capacidad para bajar de ella, lo que demostraría su divinidad.

Vemos en nuestro texto de hoy que el relato de Mateo de la crucifixión de Jesús describe vívidamente el cumplimiento de la profecía y la profundidad del amor de Cristo. Como los corderos sacrificiales de antaño, Jesús es llevado al matadero, llevando el peso de nuestras transgresiones sobre sus hombros. Él se somete voluntariamente a la agonía de la cruz, sus manos y pies perforados por nuestra redención, el verdadero Cordero de Dios.

El Viernes Santo nos invita a reflexionar sobre el amor sacrificado de nuestro Salvador, el Cordero de Dios. A través de su muerte en la cruz, Jesús se convierte en la expiación definitiva por nuestros pecados, reconciliándonos con Dios y ofreciendo el regalo de la vida eterna. Que este día sea un recordatorio solemne de la magnitud del sacrificio de Cristo y la profundidad insondable de su amor por nosotros. ¡Qué alegría podemos tener hoy en Jesús – Tetelestai, ¡consumado es!

¿Quién es Jesús? ¿De qué te ha librado Jesús? ¿Cómo puedes demostrar eso con tu vida?

Día Cinco | Semana Santa 2024

Jesús, Hombre de Dolores

Autor: Shauna Wallace

Mateo 26:17-75

Institución de la Cena del Señor
(Mr. 14.12-25; Lc. 22.7-23; Jn. 13.21-30; 1 Co. 11.23-26)

17 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? 18 Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos. 19 Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.

20 Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. 21 Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. 22 Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? 23 Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ese me va a entregar. 24 A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. 25 Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.

26 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

Jesús anuncia la negación de Pedro
(Mr. 14.26-31; Lc. 22.31-34; Jn. 13.36-38)

30 Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos. 31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas. 32 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. 33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. 34 Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Jesús ora en Getsemaní
(Mr. 14.32-42; Lc. 22.39-46)

36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. 37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. 39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. 40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. 43 Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. 44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. 45 Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.

Arresto de Jesús
(Mr. 14.43-50; Lc. 22.47-53; Jn. 18.2-11)

47 Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48 Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ese es; prendedle. 49 Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. 50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. 51 Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. 52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. 53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 54 ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? 55 En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. 56 Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

Jesús ante el concilio
(Mr. 14.53-65; Lc. 22.54,63-71; Jn. 18.12-14,19-24)

57 Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos. 58 Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin. 59 Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, 60 y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, 61 que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo. 62 Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? 63 Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. 64 Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. 65 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. 66 ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte! 67 Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, 68 diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.

Pedro niega a Jesús
(Mr. 14.66-72; Lc. 22.55-62; Jn. 18.15-18,25-27)

69 Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 70 Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. 71 Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También este estaba con Jesús el nazareno. 72 Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. 73 Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. 75 Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

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Nadie se va de la tierra ileso.

La decepción desinfla. El rechazo hiere. La traición sorprende.

La inseguridad ridiculiza. El miedo ata. La ansiedad paraliza.

La salud declina. Los tratamientos fallan. Los límites persisten.

Las lesiones nos dejan fuera de juego. El envejecimiento roba. La muerte destruye.

Los matrimonios se desmoronan. Los bebés mueren. Los niños se extravían.

Las finanzas fallan. Las pérdidas se acumulan. La esperanza se desvanece.

El sufrimiento es universal, pero nuestras experiencias se sienten intensamente personales. Nadie excepto yo ha caminado en mis zapatos. Nadie excepto tú ha caminado en los tuyos. Pero Jesús—Hombre de Dolores—ha caminado en todos nuestros zapatos.

Nuestros dolores pueden tomarnos por sorpresa, pero Jesús sabía lo que se decía de él mucho antes de dejar la gloria del cielo por la dura realidad de la humanidad: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.” (Isaías 53:3 RVR1960).

Estas no eran simplemente personas desconocidas de naciones paganas que nunca habían oído hablar de Dios o experimentado sus milagros y fidelidad. No, estas eran las personas que Dios apartó como suyas. Maliciosamente lo consideraron vil, lo evitaron y despreciaron a Jesús.

Las predicciones de Isaías se despliegan en Mateo 26:17-75. Jesús sabe que su “hora ha llegado” (18). Mientras sus enemigos conspiran en la oscuridad y el odio, la traición ya profetizada dentro de su círculo íntimo aumentó aún más su angustia, el tormento y la brutal aflicción.

Jesús sabe que su cuerpo será quebrantado y su sangre derramada por el perdón de mis pecados y los tuyos, y comienza a vivir lo impensable. Él es:

Traicionado por sus amigos más cercanos cuando su alma afligida y turbada necesitaba desesperadamente un cuidado vigilante (37-45);

“Entregado en manos de pecadores” (45);

Tratado como un criminal (47, 55);

Besado en la mejilla mientras le clavaban un cuchillo por la espalda (48-49);

Violentamente acosado (50);

Abandonado por los mismos amigos cercanos que juraron su lealtad eterna (35, 56);

Odiado por líderes religiosos consagrados y ungidos para guardar los caminos de Dios para Su venida (57-59);

Falsamente acusado (59-60);

Buscado para matarlo (66);

Escupido, golpeado, burlado y ridiculizado (67-68);

Desconocido y negado por su seguidor más apasionado (69-74).

Jesús realmente nos entiende.

Conocer a Jesús como Hombre de Dolores es conocer a Jesús como alguien que entiende y se identifica con cada uno de nuestros dolores de manera personal, profunda y amplificada. Es conocer la compasión de Jesús como alguien que ha sentido lo que sentimos y “sufre con” nosotros (ver Hebreos 4:15). Es conocer a aquel que pronto convertirá nuestros dolores en gozo y júbilo (ver Juan 20-22).

¿De qué manera tú y Jesús han sufrido dolores, sufrimientos o angustias similares? ¿Cómo puedes encontrar consuelo, fuerza y esperanza en él como Hombre de Dolores, ya sea para ti mismo o para alguien que conoces?

Día Quatro | Semana Santa 2024

Jesús, el Mesías/Cristo

Autor: Abigail O’Neel

Mateo 26:6-16

Jesús es ungido en Betania
(Mr. 14.3-9; Jn. 12.1-8)

Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. 11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. 13 De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella.

Judas ofrece entregar a Jesús
(Mr. 14.10-11; Lc. 22.3-6)

14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15 y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. 16 Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.

Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.orgunitedbiblesocieties.orgvivelabiblia.comunitedbiblesocieties.org/es/casa/www.rvr60.bible

El gesto de María fue costoso. Mateo no deja lugar a dudas al describir el frasco como un “vaso de alabastro de perfume muy caro” (v.7). Juan nos dice que el perfume no solo era caro, sino que valía un año de salario (Juan 12:5, NVI). ¿Fueron sus acciones derrochadoras? En el momento, tal vez lo habría pensado así. Como los discípulos, soy prudente, ingeniosa y lógica.

Pero “¿Es posible desperdiciar algo cuando se le entrega a Jesús? ¡Más bien parecería que todo se desperdiciaría si no se lo entregamos a Él!”[1] El gesto de María no fue derrochador; fue una devoción extravagante y costosa, y tuvo un profundo significado.

El perfume derramado sobre la cabeza de Cristo fue simbólico. A lo largo de la Escritura, el aceite de unción “simbolizaba el agua de vida y el espíritu de Dios combinados” y se “usaba para marcar a una persona o un lugar como un puente entre el Cielo y la Tierra.[2]

Después de despertar Jacob de un sueño divino en el desierto, donde vio una escalera que llegaba al cielo desde la tierra, exclamó: “¡Qué asombroso es este lugar! ¡Este no es otro que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo!” Luego tomó la piedra que estaba debajo de su cabeza mientras dormía y derramó aceite sobre ella (Génesis 28:10-19). El cielo se encontró con Jacob en la Tierra.

Después de completar el Tabernáculo, el pueblo de Dios ungió la tienda con aceite, reconociendo el Tabernáculo como el puente entre el pueblo de Dios (en la Tierra) y Dios mismo (en el Cielo).

Sacerdotes y reyes que mediaban la relación entre los israelitas (Tierra) y Dios (Cielo) eran ungidos con aceite para marcarlos como líderes divinamente ordenados ante Dios.

Ahora, María unge a Jesús con un perfume que vale un año de salario. Al hacerlo, lo reconoce como aquel en el que el Cielo se encuentra con la Tierra, lo adora porque es santo y apartado, y lo honra como el mediador que pronto cerraría completamente y para siempre la brecha entre ella y un Dios justo y santo.

La decisión de María fue costosa, pero ciertamente no fue derrochadora porque ella sabía quién estaba sentado a la mesa. Este hombre era el Cristo—un título derivado de la palabra griega χριστός (chrīstós) que significa “ungido”—y el Mesías—una designación tomada de la palabra hebrea מָשִׁיחַ, que significa “ungido”. María simplemente estaba ungiendo al Ungido.

¿Cómo nuestras inclinaciones hacia la practicidad a veces pueden obstaculizar nuestra capacidad para expresar un amor extravagante por Jesús?

Considera el valor de la decisión de María de ungir a Jesús con un perfume cuyo costo ascendía a un año de salario. ¿Cómo nos desafía su devoción extravagante a reevaluar nuestras propias prioridades y compromisos al seguir a Jesús de todo corazón?

[1] Charles Spurgeon desafió a la congregación del Metropolitan Tabernacle con estas palabras el 26 de enero de 1890. ¡Que él haga lo mismo por nosotros hoy!

[2] Video del Proyecto de la Biblia

Día Tres | Semana Santa 2024

Jesús, el Hijo del Hombre

Autor: Jeremy Hamblen

Ezequiel 2:1

Llamamiento de Ezequiel

Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.

Daniel 7:13-14

13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.

Mateo 21:23-27

La autoridad de Jesús
(Mr. 11.27-33; Lc. 20.1-8)

23 Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿y quién te dio esta autoridad? 24 Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. 25 El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 26 Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. 27 Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.

Mateo 25:31-46

El juicio de las naciones

31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. 41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. 46 E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

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Como hemos visto en los últimos dos días, los nombres y títulos de Jesús son de profunda importancia y están íntimamente ligados a su identidad. Él hizo manifiesto esta identidad por palabra y obra durante la semana previa a su muerte y resurrección. El nombre de hoy no es una excepción, pero se podría argumentar que es excepcionalmente único porque aquí nos enfocamos en el nombre que Jesús eligió para sí mismo, el que más usó durante su ministerio terrenal: El Hijo del Hombre.

Un estudio de este nombre podría (y lo hace) llenar volúmenes de investigación académica, pero espero que encuentres aquí un resumen útil, aunque abreviado, de tres conceptos claves en su auto-designación, “Hijo del Hombre”:

Humanidad

Es simplemente Jesús iluminando el lado humano de su naturaleza dual. De hecho, “Hijo del Hombre” simplemente significa “humano”, como vemos en el Antiguo Testamento, un ejemplo que encontramos a lo largo de Ezequiel (Ezequiel 2:1).

Divinidad

Subraya la divinidad y autoridad de Jesús mediante la alineación con Daniel 7:13-14, mostrando su autoridad eterna y papel como juez divino sobre todos los reyes y reinos, una verdad enfatizada además en Marcos 2:10 (perdona pecados) y Mateo 25:31-46 (juez final). Este título trasciende la humanidad y afirma a Jesús como el cumplimiento de la profecía mesiánica.

Mediador

Jesús es el eslabón crucial entre el cielo y la tierra, un papel aludido en Su conversación con Natanael haciendo referencia a la Escalera de Jacob (Juan 1:51; Génesis 28:12). No solo el Hijo del Hombre es humano y divino, sino que es el vínculo que los une.

Entonces, ¿dónde vemos al Hijo del Hombre revelado en el pasaje de hoy? ¡Bueno, hay muchos momentos donde lo podemos encontrar! El martes fue un día ocupado para Jesús. Documentado en 211 versículos en casi cinco capítulos, el tercer día de la Semana Santa representa el 20% de todo el Evangelio de Mateo. Desde que enseñó en el templo y mostró su autoridad ante un grupo cambiante de líderes religiosos y civiles astutos, hasta que predijo lo que sucedería en el futuro mientras estaba en el Monte de los Olivos, estos capítulos densos marcan el final de su ministerio público mientras quienes planeaban matarlo ultimaban sus planes. Jesús no mostró desgano en su último día de trabajo.

Vemos su humanidad principalmente reflejada en su apariencia física y acciones, pero también de manera más específica en su participación en la enseñanza (Mateo 21:23-27, 22:15-46), en la intensidad emocional de su lamento por Israel (Mateo 23:37-39), y de forma implícita en el complot para matarlo, que fue un intento de despojarlo de su humanidad (Mateo 26:3-4).

Vemos su divinidad exhibida en sus enseñanzas y parábolas autoritarias (Mateo 21:23-22:14), su sabiduría al enfrentarse a líderes religiosos (Mateo 22:15-46), y sus percepciones proféticas del Sermón del Monte de los Olivos (Mateo 24-25). Él es la autoridad divina, el juez, y el cumplimiento de las profecías mesiánicas.

Lo vemos mostrado como mediador en sus discusiones sobre el mayor mandamiento, conectando la ley de Dios y la acción humana (Mateo 22:34-40); su lamento profético por Jerusalén, expresando el deseo de reunir a su pueblo como una gallina reúne a sus polluelos (Mateo 23:37-39); y en su pregunta a los fariseos sobre de quién es hijo el Cristo (Mateo 22:41-45). ¡Dondequiera que veamos la intersección de Dios y el hombre, allí vemos a Cristo!

Entendemos que lo que Jesús dice es importante, pero recordemos que Jesús es la Palabra, y fue por medio de la Palabra que se formó la creación. Así que, cuando Dios encarnado elige palabras para revelarse a nosotros, palabras tan únicas que nadie más en el Nuevo Testamento las usa directamente, deberíamos disfrutarlas. El Hijo del Hombre encarnado—totalmente humano (él nos conoce), totalmente Dios (él provee para nosotros)—y el mediador perfecto entre ambos reinos (él está por nosotros). ¡Qué alegría es conocer a nuestro Señor en sus propios términos!

La idea de que Jesús aceptó completamente ser humano y divino nos recuerda lo cercano que está de nosotros. El hecho de que Él escogiera este título para representar ambos aspectos, nos debería llevar a pensar: ¿Cómo cambia nuestra conversación con él el saber que Dios realmente entiende lo que vivimos? Esto es algo que tendría que influenciar nuestras oraciones y cómo expresamos nuestra fe.

Día Dos | Semana Santa 2024

Jesús, el Hijo de David

Autor: Raegan Wolff

Mateo 21:12-22

Purificación del templo
(Mr. 11.15-19; Lc. 19.45-48; Jn. 2.13-22)

12 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. 15 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que estos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis:

De la boca de los niños y de los que maman

Perfeccionaste la alabanza?

17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí.

Maldición de la higuera estéril
(Mr. 11.12-14,20-26)

18 Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. 19 Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera. 20 Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera? 21 Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. 22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

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El siguiente evento que Mateo registra en su evangelio después de la entrada triunfal de Jesús es la purificación del templo. Después del humilde paseo en el pollino de un burro, leemos sobre los actos justos de indignación de nuestro Señor en respuesta al desdén y falta de respeto de la élite religiosa hacia el templo.

El templo era una representación de la santidad de Dios. Era donde los judíos iban para ser limpiados de sus pecados mediante sacrificios realizados en su nombre por los sacerdotes. Es interesante que el lugar donde se llevaba a cabo la purificación del pueblo necesitara purificarse también.

Después de voltear las mesas de los animales para el sacrificio y reprender a los cambistas, vemos a los ciegos y los cojos acercándose a Jesús en el templo, y él los sana, mientras que los niños en el templo están clamando: “¡Hosanna al Hijo de David!”

El título, Hijo de David, era sinónimo de El Mesías, el ungido prometido hace mucho tiempo y muy esperado por los israelitas. Este Hijo de David vendría de la línea del más rey más grande que Israel había tenido, el rey David. Este Hijo de David establecería un reino eterno que reinaría para siempre. Hay otras ocasiones en el Nuevo Testamento donde Jesús es llamado Hijo de David, y todas esas referencias tratan sobre sanidades, la purificación de enfermedades o dolencias, y reconocimientos de Jesús como el Mesías tan esperado.

Cuando los principales sacerdotes y los escribas escucharon el nombre que se le daba a Jesús, se indignaron y le pidieron a Jesús que diera cuenta de ello, lo cual hace citando el Salmo 8:2, ” En los labios de los pequeñitos y de los niños de pecho has puesto tu alabanza”.

¿Quién sino el Mesías, el Hijo de David, tenía la autoridad para reprender las actividades desagradables y los vendedores deshonestos y codiciosos que se aprovechaban de la gente que iba al templo? Este Hijo de David pronto reemplazaría el templo físico necesario para limpiar a las personas de sus pecados al hacer el sacrificio supremo. Él desecharía las estructuras dadas por Moisés al cumplir con los requisitos del sacrificio. Él, el Hijo de David, abriría un acceso directo al templo mediante su muerte y resurrección.

Jesús, el Hijo de David, observó la degradación del templo, expuso su uso incorrecto al mostrar la avaricia y el mal comportamiento, y luego sanó a aquellos a quienes no se les permitía entrar en el templo debido a su impureza. Qué hermosa imagen de cómo Jesús también nos sana y nos purifica hoy. Solo él puede limpiarnos de nuestros pecados, solo él puede sanar nuestras enfermedades, solo él nos dignifica, y solo el Hijo de David, el Mesías, puede reestablecer nuestra relación con el Padre.

¿De qué manera las acciones de Jesús en el templo anticipan su sacrificio final y el establecimiento de una nueva forma para que la humanidad se acerque a Dios? ¿Cómo se relaciona esto con nuestra comprensión de la salvación y redención a través de Jesucristo?

Día Uno | Semana Santa 2024

Jesús, el Rey de Sion

Autor: Tony Gonzalez

Mateo 21:1-11

La entrada triunfal en Jerusalén
(Mr. 11.1-11; Lc. 19.28-40; Jn. 12.12-19)

21 Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:

Decid a la hija de Sion:

He aquí, tu Rey viene a ti,

Manso, y sentado sobre una asna,

Sobre un pollino, hijo de animal de carga.

Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! 10 Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es este? 11 Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.

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En Mateo 21:1-11, presenciamos un momento crucial en el ministerio de Jesucristo cuando entra a Jerusalén montado en un burro, en medio de aclamaciones de “¡Hosanna al Hijo de David!” La multitud coloca mantos y ramas de palma en el suelo, reconociendo a Jesús como su Rey. Este evento cumple la profecía de Zacarías 9:9, que declara: ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, victorioso y humilde. Viene montado en un burro, en un burrito, cría de asna.” La importancia de que Jesús sea aclamado como el Rey de Sion radica en el cumplimiento de antiguas profecías y en el establecimiento de su autoridad divina.

En primer lugar, la forma en que Jesús entra coincide con la profecía de Zacarías, simbolizando humildad y paz. A diferencia de los reyes terrenales que montan caballos, Jesús elige un burro, mostrando humildad y servicio. Esto significa que su reinado no es de poder terrenal y dominación, sino de justicia y salvación. La designación “Rey de Sión” tiene un profundo significado teológico. Sión, a menudo sinónimo de Jerusalén, simboliza la presencia y el reinado de Dios entre su pueblo. Al proclamar a Jesús como el Rey de Sión, las multitudes afirman su autoridad divina sobre toda la creación. Él no es simplemente un líder político, sino el Soberano del Reino espiritual y el fundamento de una nueva era de salvación y restauración.

Además, la entrada de Jesús en Jerusalén marca el comienzo de su viaje hacia la cruz. A pesar de los elogios de la multitud, Jesús sabía que el camino por delante sería de sufrimiento y sacrificio. Como el Rey de Sión, aceptó voluntariamente su papel como el Cordero sacrificial, ofreciéndose a sí mismo por la redención de la humanidad. Su reinado trasciende el poder temporal, centrándose en cambio en la salvación eterna.

Adicionalmente, la respuesta de la multitud resalta la expectativa del pueblo judío sobre el Mesías. Reconocieron a Jesús como el cumplimiento de su esperanza tan esperada, el Rey prometido que los liberaría de la opresión y establecería el reino de Dios. Sin embargo, su comprensión de la misión del Mesías se limitaba a la liberación terrenal, mientras que Jesús vino a ofrecer liberación espiritual del pecado.

En última instancia, el reinado de Jesús se extiende más allá de los límites del tiempo y el espacio. Él reina como el Rey de Sión no solo sobre un territorio físico, sino también sobre los corazones y vidas de los creyentes en todo el mundo. Al reconocer a Jesús como nuestro Rey, nos sometemos a su autoridad, entregando nuestras vidas a su señorío y participando en el establecimiento de su reino en la tierra.

Mientras reflexionas sobre su entrada triunfal en Jerusalén, ¿cómo puedes reconocer a Jesús como Rey, aceptar su reinado en tu vida y anticipar con ansias su glorioso regreso?

María Magdalena | Semana Santa 2023

Día 8: María Magdalens

Abigail O’Neel

Lea Juan 20:11-18

11 pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, 12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 —¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles. —Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto —les respondió. 14 Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él. 15 Jesús le dijo: —¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas? Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo: —Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por él. 16 —María —le dijo Jesús. Ella se volvió y exclamó: —¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro). 17 —Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”. 18 María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. “¡He visto al Señor!”, exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho.

Devocional

Es probable que no comiences una relación íntima con alguien sin antes crecer en el conocimiento de quién es. La mayoría de las personas ven la cercanía como un requisito previo para la familiaridad y, en la mayoría de las situaciones, creo que esta es una forma saludable de relacionarse.

María Magdalena se encuentra llorando frente a la entrada de la tumba donde yacía su Salvador. El mismo Salvador del que nos dice Lucas la libró de siete demonios (Lucas 8:2). Su llanto solo se intensifica cuando nota que el cuerpo de su Salvador ha sido movido. Los ángeles preguntan por su llanto, a lo que ella responde: “Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto”.

Mi señor. Para María, Jesús no era simplemente el Señor, un señor o incluso el Señor de Israel. Él era su Señor. Ella lo conocía profundamente. Ella lo había seguido desde Galilea (Mateo 27:57) hasta la cruz (Juan 19:25) y ahora hasta la tumba. Este profundo amor por su Señor, la llevó a donde Él estaba, y por eso se convirtió en una de las primeras en verlo vivo. Por supuesto, ella no lo reconoce al principio. Tal vez eso se deba a que, como sugieren algunos teólogos, sus lágrimas y el dolor le bloquearon su capacidad de ver quién estaba tan claramente frente a ella.  Mas, sin embargo, cuando Jesús la llama por su nombre “María”, ella inmediatamente responde “¡Rabboni!” y se aferra a Él. Como ovejas que reconocen la voz de su pastor, María reconoció la voz de su Salvador.

Jesús era el amado Señor de María, cuya muerte le rompió el corazón. Él era su Salvador, quien la libró de las tinieblas. Él fue su maestro (“¡Rabboni!”), quien le enseñó mientras aún estaba en Galilea (Lucas 24:6). Y ahora, al reconocerlo, Jesús se convirtió en su hermano y en el que la comisiona (Juan 20:17-18). “Ve a mis hermanos y diles”, ordena Jesús a María, y ella se dirige obedientemente a los hermanos, proclamando: “¡He visto al Señor!”.

Preguntas

1. Como María Magdalena, ¿puedes decir con confianza que Jesucristo es tu Señor?

2. ¿Hay alguien en tu vida a quien necesites ir obedientemente y proclamar: “He visto al Señor”?

3. ¿Es tu amor por el Señor tan íntimo que deseas estar donde Él está? ¿Cómo puedes despertar diariamente un afecto tan íntimo por Él?

Para leer

En Lucas 8:1-3, aprendemos que varias mujeres estaban entre los seguidores de Jesús. Consulte este artículo de https://www.thegospelcoalition.org/article/female-disciples/ para obtener más información sobre dos de estas mujeres que siguieron a Jesús.

Los Discípulos | Semana Santa 2023

Día 7: Los Discípulos

Lori Mosser

Lea Lucas 24:36-49

36 Todavía estaban ellos hablando acerca de esto, cuando Jesús mismo se puso en medio de ellos y les dijo: —Paz a ustedes. 37 Aterrorizados, creyeron que veían a un espíritu. 38 —¿Por qué se asustan tanto? —les preguntó—. ¿Por qué les vienen dudas? 39 Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo. 40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies. 41 Como ellos no acababan de creerlo a causa de la alegría y del asombro, les preguntó: —¿Tienen aquí algo de comer? 42 Le dieron un pedazo de pescado asado, 43 así que lo tomó y se lo comió delante de ellos. Luego les dijo: 44 —Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras. 46 —Esto es lo que está escrito —les explicó—: que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día, 47 y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. 48 Ustedes son testigos de estas cosas. 49 Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto.

Devocional

Cuando nos mudamos a una nueva casa el verano pasado, publiqué fotos en mi historia de Instagram del progreso que estábamos haciendo al desempacar cajas y decorar. Las imágenes hacían que las habitaciones se vieran tan “perfectas”, pero muchas veces, todavía había montones de cajas para desempacar detrás de escena que nadie podía ver. Un día, mostré una foto de mi entrada, perfectamente decorada. Pero la siguiente imagen que publiqué fue una vista con mi cámara retrocediendo unos cinco pies para mostrar toda la basura y las cajas que aún permanecían ahí. Estaba tratando de mostrar “Instagram vs. Realidad” y señalar que, a veces, lo que ves o lees en las redes sociales es demasiado bueno para ser verdad; las cosas no son siempre lo que parecen ser.

 La Escritura de hoy explica lo que sucedió cuando Jesús se apareció a sus discípulos después de la resurrección. Muchos de sus seguidores estaban incrédulos, incluso asustados, y pensaron que estaban frente a un fantasma. No estaban seguros de si lo que veían ante sus ojos era real. Pero en Lucas 24:38, Jesús les dijo: “¿Por qué se asustan tanto? ¿Por qué les vienen dudas?” ¡Los discípulos dudaban en creer porque era demasiado bueno para ser verdad! Sin embargo, Jesús era completamente real, no había nada falso en él. Jesús probó que Él era el Cristo resucitado mostrando Sus manos y pies y cumpliendo lo que les había dicho antes de su muerte (Lucas 24:44). Nosotros tampoco podemos tener ninguna duda cuando se trata de Jesús.

 Jesús pasó a decirle a sus discípulos en el versículo 48: “Ustedes son testigos de estas cosas”. Les pidió que compartieran acerca de su experiencia personal con el Cristo resucitado. Jesús es real, Jesús ha resucitado, el poder de Su Espíritu Santo actúa en nosotros y estamos llamados a compartir Su historia, al igual que lo hicieron los discípulos.

Tal vez has experimentado una situación que te hizo dudar de lo que crees acerca de Cristo o la Biblia. Sé que ha habido momentos de duda incluso en mi propia vida. Pero las dudas pueden permitirte profundizar en tu fe si se manejan adecuadamente. No tenga miedo de buscar más en la Palabra de Dios para encontrar las respuestas que busca. Él responderá a sus preguntas con compasión y amabilidad.

Preguntas

1. ¿Alguna vez ha dudado de Jesús solo porque hizo algo que parecía “demasiado bueno para ser verdad”?

2. ¿Ha compartido ese testimonio con otros?

3. Si es así, ¿cuál fue la reacción de ellos? Si no, le animo a que comparta su testimonio durante su Grupo de Vida esta semana.

Mire esto

Para más información acerca del tema de la duda, puede consultar este artículo en inglés de Focus on The Family  https://www.focusonthefamily.com/family-qa/wrestling-with-doubt-and-disbelief/